lunes, 23 de marzo de 2009

LO QUE NO DIJERON LAS MUSAS: unas líneas sobre un libro de Julia Urquidi

No sabía que Julia Urquidi se había arriesgado a reeditar por tercera vez su libro Lo que Varguitas no dijo (Editorial Khana Cruz, La Paz, 1995), hasta que lo vi a la venta en el puesto de un librero informal. Esta nueva edición –de excelente presentación–, como las otras dos anteriores que la antecedieron, no cuenta con los capítulos IX y XXIII que la autora consideró conveniente no incluir para no romper con el ritmo de la narración. Tampoco hay una nota introductoria remozada que actualice la visión de Urquidi sobre el libro. Eso hubiera sido importante, porque habiendo transcurrido doce años de la primera edición era necesario conocer si Urquidi Illanes había mejorado su opinión respecto a su ex esposo o se reafirmaba en lo publicado en 1983. Por otra parte, Julia Urquidi no es la única esposa de un escritor peruano que ha publicado aspectos concernientes a la vida de su marido. No hace poco, Dora Varona publicó un volumen biográfico sobre Ciro Alegría, de quien fue su segunda esposa. La diferencia con Urquidi es que ella sí escribió su libro, en cambio aquella tuvo que recurrir a un tercero, al parecer, para que se lo escriban. Presento aquí, con un par de retoques necesarios, la impresión que tuve cuando lo leí por primera vez (Marzo de 2009).


Venciendo un prejuicio alimentado por declaraciones del escritor Mario Vargas Llosa respecto a las cualidades literarias de la obra escrita por su ex mujer Julia Urquidi, Lo que Varguitas no dijo
[1]que sirve de continuación y respuesta a La tía julia y el escribidor, resolvimos adquirir la obra para salir de la duda.

El bicho de la curiosidad y unas cuantas horas nos bastaron para recorrer sus trescientas páginas delineadas en una prosa ajena a cualquier pretensión estilística, como bien advierte la autora en el prólogo, jaloneando su lectura sentimientos de ternura, extrañeza y desgarro muchas de las veces.

Mostrada en los ojos de Urquidi los apuros de esta eventual pareja, nos recordó en algún momento su lectura el sentido testimonio de Matilde Urrutia en Mi vida junto a Pablo Neruda (Seix Barral, 1987), libro de memorias que recuerda su vida al lado del afamado poeta chileno.

Aunque con procesos y desenlaces desiguales encontramos puntos de coincidencia y conexión en estas dos mujeres en el sentido del respaldo y la entrega por secundar las carreras literarias de sus esposos en momentos críticos y de aflicción.

Una de las lecciones que nos brinda el libro de Urquidi está relacionada a esa singular especie humana, a ese becerro de oro dotado de la facultad de hacer fuegos artificiales con la palabra y calificado por las musas para cincelar frases, sueños y odios de las gentes, llamado con solemnidad escritor, y que como cualquier imperfecto miembro del género pensante se compone también de egoísmos, iras y neurosis.

Por ello el mérito del libro es el de desmitificar idealizaciones apresuradas y entusiasmos desentonados para presentarnos en su desnudez adanica al creador y al medio en que se encuentra atado en la producción de sus ideas, interpolándolas y fusionándolas en un contexto de vida en común.

Con su carácter intimista el libro nos invita a descorrer un tanto el velo impreso en el inconsciente del novelista y sus famosos “demonios interiores”, los cuales danzan alrededor del fuego atizado por las aprensiones espirituales, oscilantes entre el amor y desamor conyugal.

Urquidi Illanes al final de esta obra consigue en una terapia de liberación catártica desentenderse –no sin resentimientos ni juicios antelados difíciles de esquivar– de su compañero de ruta, para dar salida a sus propios demonios que atropelladamente se proyectaron luego de veintiocho años de encerrona franciscana.

No faltará sin duda quienes acentuarán seguramente en una visión voyeurista y aguzarán el oído para el comadreo subterráneo y dócil del cuchicheo sonrosado; pero, para nosotros, no son sino los recuerdos sinceros y descarnados de una mujer que supo en su marasmo interior desprenderse del joven transformado en adulto para transportar y entregar a las musas un escritor.


Freddy Molina Casusol
Junio de 1992

 

[1] Juan José Armas Marcelo, biografo de Mario Vargas Llosa –no el mejor, se espera uno menos deslumbrado con el aura de su biografiado– ha revelado en Vargas Llosa. El vicio de escribir (Editorial Norma S.A., 1991) que Julia Urquidi habría recibido la ayuda de un tercero –no se sabe quién es– para escribir su libro y de que la versión boliviana que se conoce actualmente no se asemejaría a la que a él se ofreció para ser publicada en el sello editorial de Argos Vergara, del cual era director literario. Según Armas Marcelo, quien recoge el testimonio del agente literario, escritor y periodista Ramón Serrano, esta versión –escrita por el novelista español Enrique Cerdán Tato– no vio la luz porque la Urquidi no se sintió satisfecha con el resultado y ese manuscrito todavía estaría en poder de ella. De ser así existirían dos Lo que Varguitas no dijo. La que comentamos aquí corresponde a la primera versión que, con seguridad, nació con la asistencia de un desconocido (Junio de 1999).

 

*Para ver más sobre Julia Urquidi, leer la nota de Raúl Mendoza Tume: "Adiós a la tía Julia"



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