sábado, 20 de septiembre de 1997

IMAGINE AMIGO LECTOR

Imagine amigo lector que un día en Estados Unidos constituye una empresa previo un estudio de mercado, siguiendo las pautas de calidad total, servicio y dedicación al cliente, reingeniería, y todo lo que significa asegurar el éxito de su negocio. Imagine que Ud. es felizmente ciudadano en el país del tío Sam, luego de haber dejado su país natal pasando mil penurias y sacrificios, escondiéndose quizás de los agentes de migración, prestos a coger al intruso, que pudo ser Ud. recién llegado de los países tercermundistas y ansioso de abrirse camino en la maraña de la vida. Pero Ud. es afortunado, la suerte le sonrió y ahora es un ciudadano legalmente constituido en su país adoptivo, sin por eso dejar de añorar a su querido Perú, por ejemplo, llorando a mares cuando escucha una marinera, un tondero, y recordando con ojos nostálgicos de becerro norteño los días felices que pasó allá antes de su partida al primer país que llegó a la Luna -que no es de Paita por si acaso-. Todo marcha a las mil maravillas hasta que un día a Ud. se le ocurre criticar el gobierno federal, al gobierno dirigido por Clinton, por la discriminación cometida contra los hispanos y los de piel oscura. Ud., indignado, es entrevistado por la CNN, CBS, y las cadenas informativas, pasando a ser de la noche a la mañana en el vocero de la oposición que hace temblar a los demócratas. "Un hispano", piensan ellos y buscan la manera de acallarlo, de que su voz no sea oída. Se crean una serie de artilugios, primero cuestionando su procedencia, que Ud. no es un producto netamente yanqui, que es un inmigrante, que se está aprovechando de la generosidad de este hermoso país de las cincuenta y tantas estrellas, que es un ingrato de miércoles. Luego, para desmoronar su imagen se le dice, o peor se le inventa papeles donde se intenta demostrar que Ud. ha tenido una subterránea relación comercial, mediante su empresa, con los japoneses, adversarios del gobierno por su política comercial proteccionista respecto a los productos norteamericanos, y que eso es negativo y se le cataloga como enemigo o quizás espía. Otro día, desafortunado para Ud., aparece con que el gobierno, solamente a Ud. le ha quitado el derecho a la visa de residencia, porque ha descubierto por casualidad, y después de muchos años de vivir allí, que hay un problema con su documentación y que en realidad no le corresponde ser dueño de su negocio, y que de ahora en adelante el juego de la oferta y la demanda es exclusividad para ciudadanos de origen américano o naturalizados conforme a las normas - las que dicte el gobierno-. De pronto, en un triz, sus sueños en el país de la libertad se hicieron leña. Ud. ya no es dueño de nada en el país donde lo dio todo, al que escogió para sudar la gota gorda. Ud. ha devenido un "sudaca" tercermundista, un paria, que el gobierno le ha quitado la posibilidad de hacer empresa, ocasionando esa infortunada decisión –producto de su legitimo derecho de alzar su voz y asentar sus criticas en los medios informativos–, que las personas que empleaba, quizás compatriotas que vivían como Ud. arando una ilusión de prosperidad, se queden sin empleo. O peor mucho más maquiavélico el asunto, el tribunal, adonde Ud. apeló para detener el abuso, le ha dado su negocio a su socio –en quien Ud. confió parte de sus finanzas y que por cosas del destino es amigo del gobierno–, para que administre la empresa que tanto le costó formar. Amigo lector, esta metáfora de lo absurdo, que aparenta una ficción, es una realidad palpable y concreta en el Perú, donde al dueño de un canal, Baruch Ivcher –peruano de origen judío–, que en palabras de un congresista "no es santo de devoción", le han quitado la nacionalidad y el legítimo derecho de manejar sus acciones, llegando al extremo de sugerir un oficialista xenofóbico, que los extranjeros no sean dueños de un medio de comunicación –luego serán los teléfonos, la luz, los de América Televisión, manejados por divisas internacionales–, todo por propagar su canal informes críticos al gobierno de Fujimori, cuyo origen también es harto sospechoso. El Perú, amigo lector, está siendo conducido a un desembocadero, donde el único imperio será, sino lo es ya, la del mandato dictatorial del militarismo detrás de Fujimori, que vía decreto ley, o resoluciones de rango inferior con la que quitaron la nacionalidad a Ivcher, administre nuestro destino. Imagine amigo lector que Ud. un día con sus hijos regresa a su patria a hacer empresa porque ama su país con toda su alma, porque tiene enterrada sus raíces en las faldas de los nevados del Huascarán y del Misti, en las doradas arenas de Sechura, en las orillas pedregosas del mar del Callao, en la ceja de selva de Tingo María, en la comunidades cuzqueñas y de la sierra alto andina, y le dicen que ya no es compatriota por un bendito decreto. Que sus hijos tampoco pueden radicar ni hacer negocios porque no son peruanos y porque al final de cuentas Ud. y ellos están más inclinados al gran país del norte que a los intereses del Perú. No cree que eso sería un acto de barbarie, digno de una república con mentalidad subdesarrollada. Por el contrario, ahora imagine que en el país que Ud. recuerda con todo su colorido, se respete la libertad de empresa, se respete la constitución, las leyes, el derecho de opinar, donde pueda decir, sacando lustre con orgullo, un "Vale un Perú", y en donde sea posible todo lo que realizó en otras tierras tan extrañas a la suya. Imagine amigo lector que en el futuro podamos decir en las reuniones sociales, codeándonos con todas las razas y nacionalidades latinoamericanas: "en mi país, con todos los problemas que existan, se hace justicia, se cumple con la ley". Imagine el porvenir amigo lector, y desde nuestra soledad latinoamericana en versión peruana, diga que se niega al atropello y a la barbarie. Finalmente, imagine, quizás ya no para nosotros sino para nuestros hijos y los hijos de ellos, un país digno, a la altura de nuestros sueños, que son, en última instancia, más grandes que las mezquindades de los totalitarismos de cualquier estirpe, amigo lector.

Freddy Molina Casusol
Lima, 20 de setiembre de 1997

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