Freddy Molina Casusol
Lima, 20 de febrero de 2010
[1] Ver Las cartas privadas de Jesús, Michael Baigent, Ediciones Martínez Roca, S.A., 2007, p.
135.
[2] El Reverendo Summers precisa que no puede
fijarse con absoluta certeza la fecha de la primera edición, pero aproximadamente
puede considerarse como la más cercana la de 1486. Ver The
Malleus Maleficarum of Heinrich Kramer and James Sprenger.
Translated with an Introduction Bibliography & Notes by the Reverend
Montague Summers, Dover Publications, Inc, New York, 1971, p. vii.
[3] Ver El Código Da Vinci, Dan Brown, Ediciones Urano, S.A, 2003, p. 158.
lunes, 22 de febrero de 2010
EL MARTILLO DE LAS BRUJAS
SIR Leigh Teabing, un
apasionado de la leyenda del Santo Grial, lo arroja al experto en simbología
Robert Langdon –interpretado por Tom Hanks– en el film El Código Da Vinci. Dan Brown, en cuyo libro del mismo nombre se basaron para rodar este
film, dice de éste que es responsable de la muerte de cinco millones de
mujeres. Michael Baigent, un reputado historiador religioso, dice que es «uno
de los libros más infames de la historia», tildándolo de «un ejemplo destacado
de erudición al servicio de la locura» [1]. The Malleus Maleficarum o “El martillo de las brujas” es, sin duda,
uno de los tratados que más sangre ha derramado en la historia de la humanidad.
Fue utilizado como manual de cacería de brujas en toda Europa y es causante de
miles de muertes. Lo tengo en mis manos, en la misma edición que aparece en la
película, la de 1971, publicada en Nueva York, con el título y las imágenes en
fondo rojo que transmitieron cierto temor reverencial al público espectador.
Escrito, según Baigent, en 1486 por dos dominicos alemanes muy cultos[2], Heinrich Kramer y James Sprenger, bajo la
protección de la Bula del Papa Inocencio VIII, el Malleus
Maleficarum, llevó a la hoguera, al decir de Brown, «a las
mujeres que tenían estudios, las sacerdotisas, las gitanas, las místicas, las
amantes de la naturaleza, las que recogían hierbas medicinales y “cualquier
mujer sospechosamente interesada por el mundo natural”»[3]. Es un libro, pues, desdichado que tuvieron los
inquisidores al alcance para arrancar a sus víctimas, por medio de la tortura o
la confesión inducida, su condición brujeril. Dice cosas increíbles. Por
ejemplo, lo que se debe hacer en caso de que una bruja copule con un Incubo o
su cuerpo esté ocupado por un demonio. La presente edición respeta la
introducción y las notas del reverendo Montague Summers, hechas para la edición
de 1948, la cual, a su vez, reproduce la de 1928, publicada por John Rodker en
Londres. Una nota adicional para los que se les haya despertado el apetito y
estén tramando adquirir este ejemplar: mala suerte, no lo vendo. Ha hecho un
largo viaje de casi cuarenta años para llegar a mi biblioteca y no lo pienso
soltar.
martes, 9 de febrero de 2010
Rilo y una novela marginal
Desde el título mismo anuncia irreverencia. Alude, procaz, a las
relaciones sexuales contranatura y el irse contra el mundo y contravenir sus
reglas. Su autor, Rilo, siguiendo a su maestro Bukowski, detesta el orden, el
status quo establecido. Como éste intenta ser rudo, chocante, confrontacional.
Su estética es la de la calle, la de los bajos fondos, la del mundo marginal
donde se siente cómodo. A través de sus páginas, se puede observar un mundo
putañero al que pocas veces puede asistir, el del jirón Quilca y alrededores.
Por eso despierta curiosidad. Porque Rilo, si un mérito tiene, es que ha
hurgado en la basura y lo ha hecho por nosotros. No es un arquitecto de las
palabras, pero sí sabe, de manera intuitiva, contar una historia. Sabe hacer
los cortes debidos y dejar el suspenso en cada uno de los relatos que dan forma
a su libro. A veces con un final abierto por allí, invita al lector para que,
con morbosa imaginación, complete el desenlace. Rilo ha tenido buenas lecturas,
pero no ha alcanzado la perfomance de Lowry, Carver y menos de su admirado
Bukowski. Interesa porque ha hecho un retrato de la Lima de los noventa, con
niñas prostitutas en las esquinas y ambulantes derramándose por sus arterias
principales, que puede servir a un sociólogo o antropólogo que quiera
reconstruir la imagen de la ciudad en esos años. O a un psicólogo que pretenda
estudiar la conducta de los personajes del libro –entre ellos Rilo, encubierto
bajo el nombre de Rufo– librados a la violencia y sexo en la sociedad. A una
feminista podría interesarle también para entender por qué ciertas chicas
bonitas gustan de machos underground, que buscan ayuntarse con ellas. En suma,
Rilo, tomando como fondo el paisaje suburbano de la capital, teje una historia
alrededor de su musa, Sofía, quien asiste a su decadencia y degradación,
presentándose a veces como un maldito –cuando le pega por gusto a un homosexual
en un micro o deja que sus amigos violen a su eventual amiga de aventuras, La
Pelucona–; y otras como un tipo que a pesar de exaltar una existencia llena de
alcohol y droga, tiene el arrojo de enfrentarla de acuerdo a los códigos que le
han impuesto. Una existencia que, a juzgar por una nota que le hicieron,
extraña desde una ciudad como Miami, en donde ya debe haber concluido, alejado de
la droga y el trago, una tesis de doctorado que, para no caer en la
inconsecuencia, suponemos, exudará un aroma antisistema.
Freddy Molina Casusol
Lima, 9 de febrero de 2010
Contraeltráfico
Ediciones El Santo Oficio, 1997
Freddy Molina Casusol
Lima, 9 de febrero de 2010
Contraeltráfico
Ediciones El Santo Oficio, 1997
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