RECUERDO
mucho cuando compré El segundo sexo
de Simone de Beauvoir en dos volúmenes. Estaban en una librería (¿La Familia?)
ubicada en el cruce de las avenidas Camaná y La Colmena, en el centro de Lima
(veo en la red que la edición era de Ediciones siglo veinte, año: 1977). Me
llamaba la atención la carátula con un mosaico de imágenes de mujeres,
simulando el arte pop de Andy Warhol. Fue en mi época universitaria. No sé cómo
hice para adquirirlos porque tenía escasez de monedas en el bolsillo. El
fetichismo de la edición me ganó, aunque la curiosidad por el contenido también (pero en menor proporción). Lo empecé a leer como quien intenta subirse
a un panzer alemán, con dificultad. Había conceptos, nuevos para mí, que
cuestionaban el rol de los hombres en la sociedad. Fue un pequeño
descubrimiento. El final, donde se traslucía la posibilidad de convivencia armoniosa
con los hombres, me pareció adecuada. Esa primera lectura me dejó algunas nítidas impresiones sobre los temas de opresión de la mujer por una sociedad
patriarcal. La exposición de Beauvoir denunciaba la misoginia que sufrían las
mujeres en la historia.
II
El feminismo,
tal como lo contemplamos en la actualidad, ha derivado en persecución de
hombres. Movimientos como el Mee Too
han arruinado la vida de hombres que han sido acusados falsamente de acoso o
violencia sexual. El “yo te creo, hermana” ha ido demasiado lejos. En enero del
2018 la actriz Catherine Deneuve, junto con 99 mujeres, firmó una carta pública
rechazando los excesos del Mee Too. ¿Qué decía la carta? Decía, entre otras
cosas, lo siguiente: «Hombres han sido castigados de forma sumaria, expulsados
de sus empleos cuando todo lo que hicieron fue tocar la rodilla de alguien o
intentar robarse un beso». «La violación es un delito. Pero la seducción
insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista». «Como
mujeres no nos reconocemos en este feminismo, que más allá de denunciar el
abuso del poder se transforma en odio a los hombres y a la sexualidad». Doris
Lessing, autora de El cuaderno dorado,
una biblia del feminismo, refiriéndose a esta clase de feminismo, declaró: «Es
tiempo de que empecemos a preguntarnos quiénes son estas mujeres que
continuamente descalifican a los hombres. Las mujeres más estúpidas, ignorantes
y repugnantes pueden descalificar a los hombres más buenos, amables e
inteligentes.» Y, para domesticarlos, se han inventado un concepto, el concepto de “masculinidades tóxicas”, en el que caen algunos en el entendido de que así, “afeitados”
y polvoreados, van a ser aceptados y mejor vistos por las militantes del
feminismo radical.
III
Nuria Varela
ha escrito un libro que es una reactualización del libro de Beauvoir. Es un
panfleto –en el mejor sentido del concepto–, un arma de combate y un alegato en
la defensa de las mujeres. Años atrás leí un libro que me conmovió mucho. El de
Susan Browmiller, Contra nuestra voluntad
(1975), donde se denuncia la violación de mujeres alemanas en la Segunda Guerra
Mundial (sobre lo mismo se puede encontrar en el libro de Anthony Beevor que
narra la caída de Berlín). Y otro muy doloroso, el de Abraham Siles, Con el solo dicho de la agraviada
(1995), que me hizo pensar en el drama que pasan las mujeres en los tribunales
cuando reviven el trauma de un abuso sexual. (Pero fue el de Eliana Villar, Por mérito propio: mujer y política
(1994), el que me hizo conocer esa fea palabra, cacofónica hasta más no poder:
empoderamiento. En una de sus capítulos se hablaba de su origen; viene de la
palabra en inglés empowerment, que
saltó al castellano tal como la conocemos.) Y uno más, el de Stuart Mill, El
sometimiento de las mujeres (1869), que aboga por la igualdad de los derechos
entre las mujeres y los hombres en temprana época, me proporcionó una mirada
retrospectiva de la lucha de las mujeres por derechos, como el del voto, no
reconocidos. Varela en su libro, Feminismo
para principiantes, plantea, entre otros reclamos, uno que está
presente en el feminismo actual y tiene que ver con el llamado “lenguaje
inclusivo”. Ella se pregunta en el capítulo dedicado a la cultura, por qué se
puede decir sin problema “andaluces” y no “andaluzas”, pero sí “jueces” y
“juezas”. Vargas Llosa en un video que se hizo viral se burlaba de ese
reclamo.
IV
«¿De dónde
viene el desprestigio de un movimiento que ha conseguido mejoras para la
situación de las mujeres en el mundo?», se pregunta Varela en las páginas
finales de Feminismo para principiantes
(2019). Eso es muy fácil de responder. Se debe a sus propias activistas. A
aquellas que exhiben en cárteles su odio hacia los hombres heterosexuales. ¿Si
no cómo explicar esas pancartas con consignas como esta: «macho muerto, abono
para mi huerto»? Otro punto que añade descrédito al movimiento ocurre cuando
una mujer de derecha es víctima de un abuso, el feminismo actual (virado a la
izquierda), hace a un lado la mirada y no la defiende. ¿Qué se puede colegir de
esto? Que la defensa de los derechos de las mujeres no es para todas, sino para
quienes comparten su credo político-ideológico. Las Tesis, el colectivo feminista chileno, han puesto también su granito de arena. Ese estribillo de que «el violador eres tú»
para acusar a todos los hombres de potenciales violadores de mujeres, y sin que los asista el derecho a la presunción a la
inocencia, contribuye al rechazo masculino del feminismo de cuarta ola. Ese fundamentalismo de “género” recuerda el fanatismo de los
seguidores del islam.
V
Leyendo los
comentarios publicados en la red sobre el libro de Varela, uno puede concluir
en que, en verdad, es un libro que sintetiza bien el feminismo en sus varias
olas. Una lectora señala que “siempre recomienda Feminismo para principiantes de Nuria Varela para comenzar a leer
sobre el feminismo”[1]. Es que
su lectura es fácil, amena y comprensible como para dummies. La favorece el
hecho de que Varela es periodista y conoce lo que es la economía de palabras y
la eficacia del verbo bien colocado. Esa amplia experiencia, acumulada durante
años, volcada en el texto sirve para concientizar en su lucha contra la
violencia de género. Pero cabe reflexionar si esa lucha contra el macho del
patriarcado no es sino contra algunos que abusan física y psicológicamente de
una mujer, pues la mayoría del sexo masculino –que tiene una actitud protectora con
una mujer– no encaja en esa generalidad. Del reclamo, justo, de Varela porque
las denuncias de las mujeres contra sus abusadores eran vistas en las
comisarías como una simple “riña” o “peleas domesticas” (p. 314),
se ha pasado al otro extremo en el que los hombres se han convertido en
víctimas de sus exconyuges debido a las denuncias falsas que les han puesto en
su contra. Así, como toda acción conlleva a una reacción, ha aparecido en estos día el libro
del periodista español, Juan Soto Ivars, Esto
no existe (2025), donde se pone sobre la mesa el maltrato que se ejerce
contra los hombres instrumentalizando la Ley de Violencia de Género en España.
VI
Valera,
sorprendentemente, genera una coartada intelectual para justificar la represión
de las mujeres bajo la vestimenta islámica. Dice: «Más recientemente, incluso
el velo ha sido adoptado por jóvenes musulmanas en los países colonizados que
reivindicaban así su tradición frente a la autoridad occidental.» ¿Eso es no es
freírse en la sartén con aceite hirviendo? Si se cuestiona el puritanismo del
cristianismo, esto no sería un contrasentido en feministas como Varela. ¿No es el hiyab una vuelta a posiciones conservadoras superadas por las olas
feministas en la historia? ¿Se libera la mujer con el uso de la hiyab y la
burka? ¿No significa el uso de esas prendas la aceptación
de una época victoriana al estilo musulmán? ¿Otorgan distinción en una mujer occidental, tal como ocurre en la tradición islámica y menciona Varela para
explicar su uso? ¿No está tratando de poner el parche para defender de soslayo
el hecho de que ya aparece la izquierda feminista como aliada del islam en
Europa? La verdad, no se entiende que, después de tanto nadar, las feministas estacionen su cuarta “ola” en las playas de Mahoma.
A modo de colofón
El libro de
Valera es un libro interesante. Presenta una visión panorámica de los orígenes
del movimiento feminista hasta la actualidad. A los profanos les sirve para
hurgar en el núcleo de su pensamiento. Y a las que quieren iniciarse en él,
les es útil para saber en qué consiste.
Por último, es
necesario señalar que el movimiento feminista, hegemonizado por el fanatismo del
feminismo radical, está convirtiendo las relaciones entre hombres y mujeres en
algo imposible.
Y así no se
va a ninguna parte.