sábado, 27 de julio de 2024

"QUELOIDE", DE CARLA GARCÍA

ES un trabajo juvenil, de alguien que comunica sentimientos muy personales. Se llama “Queloide” porque es el nombre de su blog. Los relatos más destacados los ha publicado aquí. ¿Y qué significa queloide? Una cicatriz engrosada. Parece que Carla García, la autora, ha querido dar a entender que hay marcas en la vida que, muy a nuestro pesar, persistirán en el tiempo. Pero a qué vienen estas líneas. Vienen a que un enjambre de personas, que le tienen tirria a la hija de Alan García, comentan negativamente acerca de su opera prima sin haberla leído. Afortunadamente no son críticos literarios porque anularían, como las hermanastras envidiosas de la Cenicienta, a toda aquel que ose tomar una pluma. Esta última reflexión me lleva a recordar la oportunidad en que un jovencísimo Mario Vargas Llosa leyó un cuento en una peña literaria colmada de intelectuales y relumbrones de nuestro muy reducido ambiente cultural. Cuando terminó hubo un silencio total y todos siguieron con lo que estaban haciendo. Al rato, un crítico literario de la época señaló su texto con desprecio. El joven Vargas Llosa rompió el cuento en su casa y prometió nunca más exponerse a ese tipo de situaciones. Felizmente no fue más lejos y no renunció a su vocación literaria. A tenor de los comentarios sobre “Queloide” se puede colegir que muchos de los que cuestionan a García, lo hacen por razones políticas (por allí no falta la mención del padre suicida y su participación en Willax, el canal que más odia la izquierda peruana). Esas son sus razones de peso para objetarla; extraliterarias, por supuesto. En cuanto al texto, no es de mayor envergadura. Tal vez alguna que otra línea bien acicalada, no más; pero que no es un pretexto para que la hayan maltratado.

viernes, 19 de julio de 2024

EL TIEMPO Y LA PLUMA

LO PRIMERO que me llamó la atención del libro de Miguel Ángel Cavero (hecho en tándem con Víctor Salazar Yerén) fue el manejo de las fuentes sobre la historia de Chincha. Eran muy rebuscadas. «Acá hay investigación», pensé. Me preguntaba el tiempo invertido y la inmersión en documentos, aburridos para otros (pero para quien ejerce la crítica, no), extraños, inubicables. Me imaginaba a Cavero y Salazar buscando en las hemerotecas, rescatando los textos, discriminando, pasándolos por un cernidor, este sí, este no, con el ojo clínico del que cata el valor de lo que tiene entre sus manos. La selección de los siglos XVI, XIX y XX muy precisas, como extraída con pinzas. «Por fin, Miguel Ángel –dije en mis adentros– ha publicado algo de peso». Después, me detuve en el detalle de los dibujos y las fotos que acompañan cada texto. «Acá hay cierta orfebrería», sopesé. Cavero, en una anterior oportunidad, había hecho un esfuerzo de recopilar unos relatos inéditos de Castellanos, amigo de Ribeyro. Empero, era un ejercicio iniciático. Después de todo, no era su voz la rescatada, sino la de otro. Acá sí se le escucha en el prólogo, que es la sobremesa que adelanta lo que se viene en las páginas que siguen. Cavero no es historiador, es un estudioso de la literatura (sabemos de su cercanía al desaparecido escritor Oswaldo Reynoso, a quien le está dedicando una tesis); tiene como influencia a Raúl Porras Barrenechea, que le marcó la Cruz del Sur en su navegación documental. El Tiempo y la Pluma (Horfanda Ediciones, 2023) ha sido destacada por historiadores como Augusto Lostaunau, por el rescate de la historia regional de Chincha. Cavero ha puesto una piedra fundacional. Ya vendrán otros estudios que se asienten sobre lo que él y Salazar, su compañero de aventuras, han hecho.


"QUELOIDE", DE CARLA GARCÍA

ES un trabajo juvenil, de alguien que comunica sentimientos muy personales. Se llama “Queloide” porque es el nombre de su blog. Los relatos ...