lunes, 30 de mayo de 2011

CHÁVEZ VISTO POR UN ANARQUISTA

DESDE 1999, año en el que asumió el cargo, el presidente Hugo Chávez Frías ha venido implementado en Venezuela una serie de políticas de estado, que han hecho pensar a la opinión pública internacional que este país sigue los pasos del modelo socialista cubano.

La asunción de Chávez al poder se debe a varios de factores: por un lado, una oligarquía que olvidó durante decenios al pueblo; y, por el otro, a un pueblo que, harto de las promesas de los gobiernos sucesivos de Acción Democrática (AD) y el Copei, quiso darle una oportunidad a aquel militar que buscó derrocar a Carlos Andrés Pérez en 1992.

Pero doce años en el poder desgastan. Aparecen opositores en el escenario político. Rafael Uscátegui, un sociólogo e intelectual anarquista egresado de la Universidad Central de Venezuela, es uno de ellos. Él en su libro,Venezuela: La Revolución como espectáculo, plantea que hay un doble discurso en el presidente Chávez. Uno, dirigido a la platea, con el cual pretende congraciarse con el pueblo. Y otro, dirigido a las transnacionales, con las cuales, en teoría, es adversario acérrimo y con las que, en la práctica, gobierna el país.

Uscátegui discute dos conceptos que han circulado en el imaginario de América Latina respecto al régimen chavista: que está realizando una serie de transformaciones radicales en la sociedad venezolana con el propósito de establecer el “socialismo del siglo XXI”, y que lo que allí existe es una dictadura comunista que se está imponiendo por la fuerza. Estas dos percepciones, afirma, son falsas.

El autor desgrana este doble discurso al mostrar las muy buenas relaciones que, por debajo de la mesa, mantiene el presidente Chávez con las transnacionales petroleras como Chevron –que ha llevado adelante el proyecto gasífero con Colombia–, la cadena Mc Donald, y la aplicación del “capitalismo salvaje” al estilo chino en las relaciones de trabajo en el caso de VETELCA (Venezolana de Telecomunicaciones), empresa creada por el estado para producir el primer celular hecho por venezolanos, pero que irrespeta las condiciones mínimas de trabajo de sus empleados.

Uscategui, para apuntalar sus afirmaciones, recuerda las palabras del embajador norteamericano en Venezuela John Maisto quien ha expresado lo siguiente: “No se fijen en lo que dice Chávez, sino en lo que hace”.

El libro es, al mismo tiempo, una crítica y una denuncia por la violación de los derechos humanos, asesinatos, cometidos por el régimen chavista, que ha tenido entre sus víctimas al videoactivista Mijail Martínez, un joven de 24 años, muerto a balazos por dos sicarios en la ciudad de Barquisimeto.

Este sociólogo venezolano presenta, por otra parte, a Noam Chomsky, el intelectual norteamericano de izquierda, como un “vulgar propagandista”, “cuyas afirmaciones acerca de la naturaleza antisistémica del actual gobierno venezolano, elaboradas a kilómetros de distancia de los acontecimientos, son absolutamente contradictorias con los señalamientos de diferentes organizaciones revolucionarias y anticapitalistas locales venezolanas, en un amplio espectro ideológico que va desde el marxismo-leninismo tradicional, el guevarismo, el troskismo hasta el anarquismo”.

El autor de Venezuela: La Revolución como espectáculo señala asimismo que el régimen de Hugo Chávez, que tiene como una de sus columnas los círculos bolivarianos y los consejos comunales, no es dictatorial sino militarista. Para sostener esto último, remarca el énfasis que tiene el presidente venezolano en trasladar la concepción militar en sus relaciones con la sociedad.

Las Unidades de Batalla Electoral (UBE), las milicias bolivarianas y la boina roja, son puestos como ejemplos de cómo la estructura vertical y los símbolos propios de los militares son implantados por el chavismo en la población.

Venezuela: La Revolución como espectáculo de Rafael Uscátegui puede leerse, finalmente, como una relación de las iniquidades, engaños y duplicidades del gobierno de Chávez, pero también como una lectura que sirve para despercudirnos de esa falsa idea que ha sido propalada por los “socialistas del siglo XXI” en Venezuela: que allí se está haciendo una revolución por el pueblo y para el pueblo.

Freddy Molina Casusol
Lima, 30 de mayo de 2011

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