ESTE libro, El
club de la serpiente (Hipocampo Editores, 2007) fue el primer impulso de un
proyecto literario que quedó trunco hace algunos años –y que pretendió ser
prolongado, por algunos de sus sobrevivientes, en otro grupo poético: Parnaso
Perpetuo–. El club de la serpiente –nombre tomado de la novela Rayuela de Cortázar,
que, casualmente, sus integrantes leían por esas fechas– nació, creció y se
disolvió en el patio de Letras de la Universidad de San Marcos. Raúl Solís, uno
de sus integrantes, once años después, recuerda cómo se gestó el grupo: “Nos
reuníamos Gino, Frank y Henry en las bancas de Letras para hablar de
literatura. Así nació el grupo”. Solís, quien posteriormente fue animador de
Parnaso Perpetuo, añade: “Ricardo Gonzáles Vigil, en una antología de la
literatura peruana que ha publicado, hace una mención de El club de la
serpiente”. Y expresa sentencioso: “El club de la serpiente ha dejado ya una huella en la literatura
peruana”. El club de la serpiente ha sido el motivo
central de un vídeo que fue estrenado hace algunas semanas en la Casa de la
Literatura, con la presencia de los poetas Domingo de Ramos y Víctor Coral,
quienes leyeron algunos poemas para el público. El club de la serpiente que,
oblicuamente, recuerda al grupo del film La sociedad de poetas muertos, fue un
proyecto generacional, rupturista, rutilante y con una proyección que prometía,
pero que concluyó posiblemente –como suele ocurrir en estos casos–, por
agotamiento de sus integrantes, quienes optaron al final –o se vieron
empujados– por los proyectos individuales. Así es como Solís, tras la disolución
del grupo, publica Conflicto azul (2006), Wilver Moreno hace lo mismo con
Detritos (2009) y Henry Miranda, sin romper aún la vertiente colectiva, se da a
conocer otra vez en la muestra poética de Parnaso Perpetuo (2009). Solís ha
señalado que pudieron ser la continuación de Hora Zero. Quizás, eso nunca se
podrá saber. Lo cierto es que este grupo que insurgió allá por el año dos mil,
se hizo de un espacio propio. Muestra de ello es este poemario. Particularmente
destacable en esta selección, sin desmerecer las cualidades de los que lo
acompañan, es “Leyendo un magazine sobre los sex pistols” de, justamente, Raúl
Solís, poema cuya textualidad nos trae a la memoria el célebre “Billy The Kid”
de Luis Hernández. Solís, un confeso anarquista, presenta aquí como
protagonista a Sid Vicious, a quien con lenguaje procaz dibuja en sus líneas.
Pero su procacidad no es abyecta ni chabacana, sino puntual y precisa, que
calza bien en el armado del texto. El club de la serpiente, cuyo escudo de
armas es este ofidio –venerado por los chinos en su astrología– y que de
refilón trae a colación el mito de Gilgamesh, como recuerda en el prólogo José
Pancorvo, es una experiencia poética digna de ser replicada por las nuevas
generaciones de jóvenes poetas. Una experiencia que, posiblemente, exija una
segunda parte –aunque éstas no siempre sean buenas– siempre y cuando sus
fundadores quieran reeditar glorias del pasado. Estamos seguros que no faltarán
admiradores que los alienten para ese propósito.
Estimado Freddy acabo de leer tu reseña del libro del Club de la Serpiente, me ha parecido interesante... Una precisión el día de la presentación del documental en la Casa de la Literatura no asistió Víctor Coral, los que participaron fueron Domingo de Ramos (como lo mencionas) y José Pancorvo. Frank Turlis
1 comentario:
Estimado Freddy acabo de leer tu reseña del libro del Club de la Serpiente, me ha parecido interesante... Una precisión el día de la presentación del documental en la Casa de la Literatura no asistió Víctor Coral, los que participaron fueron Domingo de Ramos (como lo mencionas) y José Pancorvo.
Frank Turlis
Publicar un comentario