En el futuro virtual veremos hologramas con las noticias en tiempo real reemplazando el aroma de la prensa de papel de los nostálgicos.
Desaparecerán los colegios de periodistas; en su lugar se instalarán las asociaciones de comunicadores o infografistas, quienes reclamarán un lugar de dominio en las comunicaciones del mañana.
La prensa de papel quizás tenga un espacio, pero uno muy reducido, focalizado en el mercado de lectores. Este será, no obstante, como el de los que compran discos de vinilo: una exquisitez para los conocedores. “¿Y la percepción de los lectores de la aldea global se modificará?”, preguntará alguien. No, porque el lector, como ahora, exigirá contenidos de calidad.
Por tanto, los periodistas tienen asegurada su existencia (por supuesto, nos referimos a los buenos periodistas). El llamado periodismo ciudadano no podrá cantar, por ende, victoria.
La batalla por retener a los lectores será dura. Ya vemos un adelanto de esto. Por ejemplo, un “like” en una página de facebook te abre un abanico de posibilidades informativas. Pero si sospechas que te están dando gato por liebre, entonces, fácil, retiras la preferencia y el medio pierde.
Por ello, ya se puede vaticinar el fin de la era de la aguja hipodérmica; en su puesto se enseñoreará la de los usos y gratificaciones. La audiencia gana y la llamada concentración de medios se integrará, quién sabe, a la arqueología mediática.
La prensa escrita quedará en el recuerdo; hará honor al título de aquel libro del poeta Antonio Cisneros: “El arte de envolver pescado”.
Pero no hay que apresurarse. Hasta que eso ocurra, hay que seguir gozándola. Y gozarla bien, para que en un futuro no muy lejano, cuando tengamos un ejemplar de un diario raído por el tiempo, podamos decir con una no reprimida añoranza: “Recordar es volver a vivir”.
Freddy Molina Casusol
Lima, 15 de octubre del 2014
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