A FINES de los ochenta, el sistema
socialista diseñado por los seguidores de Marx y Lenin en la Unión Soviética,
se resquebrajó. El héroe cultural que condujo la transformación de un país con
una democracia centralizada en un Comité Central (“Politburo”) a una de corte
occidental, fue Mijaíl Gorbachov. Él escribió un libro pequeño, pero de
poderosa influencia, llamado “Perestroika” (en español, “Reestructuración”)
donde explicaba todas las ideas de transformación económica y política para la
sociedad que dirigía. La Perestroika pretendió renovar los cimientos
anquilosados de un sistema desgastado, lastrado por la lentitud de una
burocracia estatal, y carente ya de creatividad entre sus ciudadanos. Gorbachov
al liberar las fuerzas sociales con su complemento la Glasnot (o “Apertura”),
no pensó que estas, en su expansión, fueran a minar el propio sistema hasta
provocar su derrumbe. Contenidas, una vez libres, se volvieron hacia su creador ocasionando su caída.
La Perestroika, el libro de Gorbachov, es un
magnífico diagnóstico del sistema soviético hasta ese momento. El influjo de
John Stuart Mill (Sobre la libertad)
en sus páginas se puede rastrear. Hay una visión de la historia, una mirada de
conjunto de los acontecimientos que marcaron aquella época. A muchos entusiasmó el experimento social de Gorbachov, pues creían de buena fe que el socialismo
debía renovarse desde sus entrañas, y que la vieja guardia comunista –representada
por el Secretario General Leonid Brezhnev– era un estorbo para el despegue del
Oso ruso.
La caída del muro de Berlín en 1989, fue
el aviso de que todo el engranaje totalitario montado por la ex URSS en diversas
partes del mundo, en cualquier momento se iba a desmoronar. La Perestroika
coadyuvó a que esto sucediera. La asunción al poder dos años después de Boris
Yeltsin, un disidente del Partido Comunista, luego de una serie de
acontecimientos impredecibles, y la disolución de la Unión Soviética, fue la
culminación de todo el proceso. Nadie concebía que un sistema tan poderoso por
fuera (por algo llamaron la Cortina de Hierro al conjunto de sus satélites),
fuera tan frágil por dentro.
La Perestroika fue el canto de cisne de
un modelo de sociedad que se resistía a perecer, y que no necesitó de violentos
conflictos sociales, como proclamaba la filosofía que lo sostenía, para pasar a
otro.
El libro de Gorchavov nos cuenta la
historia de esa “reestructuración”, el porqué era indispensable, aunque en su
transitar se fuera por otro camino. Nos puede decir aún con su honesta mirada,
lo que debemos hacer para que la historia no se repita en el desarrollo de
nuestras naciones.
Freddy Molina Casusol
Lima, 15 de mayo del 2017
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