Asimismo, la entrevista a Iparraguirre da cuenta de ese proceso del cual surge la figura de Abimael Guzmán como encargado de la reconstitución del partido fundado por Mariátegui. Saturnino Paredes aparece en el trayecto como el personaje inicuo que tipifica al gobierno de Velasco de “reformista-nacionalista”, mientras el resto de sus camaradas del PC-Bandera lo tildaba de “fascista y corporativo”. La expulsión resolvió esta y otras disensiones ideológicas.
Este capítulo recuerda una idea errónea de SL: que había encontrado el “equilibrio estratégico” y que estaba cerca de tomar el poder. Eso estaba muy lejos de ser cierto.
Por esas fechas, finales de los ochenta e inicios de los noventa, si es cierto que alimentaban esa percepción con el incremento de atentados terroristas –que alcanzaron su punto de clímax en la capital con el atentado de Tarata en el centro de Miraflores–, los seguidores militarizados de Guzmán eran duramente golpeados por el accionar de las Fuerzas Armadas en los Andes. Incluso se cree que, debido a esto último, el autodenominado Presidente Gonzalo traslada el escenario de la guerra popular a la capital, lo cual, a la postre, significó su derrota total debido a la desconexión que existía entre la realidad y la ilusión de una victoria revolucionaria.
En cuanto a la metodología empleada podemos notar que el autor emplea la técnica de la entrevista y como instrumento un cuestionario de 41 preguntas de carácter abierto. Eso nos advierte del enfoque cualitativo que opta para su investigación, el cual le permite analizar la subjetividad del entrevistado y encontrar patrones para explicar su ingreso a Sendero.
El capítulo 3 es el más denso, es el que contiene el núcleo de la investigación con la transcripción comentada de las entrevistas. Abarca casi la mitad del trabajo.
En las primeras entrevistas se puede leer que Sendero canaliza la rebeldía de los jóvenes y su anhelo de justicia. La idea de pertenecer a un movimiento que buscaba la transformación social los atraía, el propósito de trascender, de formar parte de una historia mayor era seductor. También se puede apreciar que la pertenencia a un entorno familiar donde tíos universitarios había tenido militancia de izquierda y les daban discursos en el sentido de hacer la revolución, los preparó mentalmente para cuando les tocó ingresar a la organización senderista. (El autor habla de adoctrinamiento en una parte cuando comenta un testimonio.) Pero cuando se incorporaron a SL y les informaron a esos familiares, que involuntariamente incidieron en su decisión, estos hicieron reparos.
De otro lado, la tesis demuestra que en los años ochenta y noventa Sendero hacía trabajo político en las universidades públicas (entre ellas, San Marcos), captando estudiantes, quienes escalaban en la organización, primero, como simpatizantes hasta alcanzar la categoría de combatientes.
Asimismo, Dynnik glosa un curioso artículo publicado por el periodista Gustavo Gorriti en The New York Times, en agosto de 1992, donde se plantea que “el PCP-SL era un fundamentalismo antidemocrático y cuyo crecimiento se gestó bajo el autoritarismo de Fujimori” (Nota 84, p. 147).
(Gorriti debe referirse a las políticas de mercado implementadas durante el primer gobierno de Fujimori, rechazadas por la izquierda debido a que, a su juicio, habían incrementado las condiciones de pobreza de la población, el caldo de cultivo de la subversión.)
Al siguiente mes, el 12 de setiembre, Abimael Guzmán es capturado. La ciudad acorralada (IEP, 2021) es un libro que genera reflexiones sobre el tema de violencia. Se ha asegurado un lugar en los estudios del fenómeno senderista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario