LA última vez
me quiso dar con un rodillo de cocina porque dije una barbaridad y otras cosas
más sobre las mujeres. Por eso, este libro, me la recuerda, me recuerda a
Eliana. Pero, si se habla de barbaridades, Marco Aurelio Denegri, las tiene a
raudales. ¿Cómo es eso de tetófilo o filotetales (amante de las tetas)? Ignorante
del uso tan acertado del prefijo que refiere a las protuberancias que penden
en el pecho de una mujer, y que el macho alfa mira con deseo y lujuria cuando
las ve pasar generosas por la calle, ahora sé que existe la palabra, gracias al
libro de Denegri, Hechos y opiniones
acerca de la mujer; antes de eso, desconocimiento total.
Hechos y opiniones me recuerda –en el ensayo dedicado a la madre (“Matrifobia”)–
cuando le digo a Eliana que siempre vea a su mamá, porque la sensación de
orfandad te invade cuando ella se va.
(Felizmente,
su mamá es cordial y dialogante. No como las de los ejemplos de Denegri.)
Pero
regresemos a la tetofilia. El neologismo me recuerda un encuentro ocasional con
Sami, una colombiana, que invitaba a que besaran sus senos. Eso le producía el
máximo de goce. Sus labios carnosos y rojos se encarnaban más cuando lo hacía.
Los ofrecía con generosidad, uno por uno. La extasiaba y la dejaba fuera de
control.
En cuanto al
libro, no es uno planeado exprofeso sobre la mujer, sino uno que reúne apuntes,
notas, sobre ella, que recoge de aquí y allá información (eso lo advierte en la
contratapa el autor). En otras palabras, el libro se fue armando solo.
Entre esos
apuntes hay uno que recuerda a Martha Hildebrandt, no porque el autor la
convocara (y bien se sabe su cercanía y diferencias con ella), sino porque
evoca la anécdota que la Dra. Hildebrandt contó en alguna oportunidad sobre
Juan Velasco Alvarado, el dictador militar que gobernó el Perú a fines de los
sesenta e inicios de los setenta.
Velasco, buscando
una persona que dirigiera el Instituto Nacional de Cultura, recibió de Augusto
Salazar Bondy los nombres de tres personalidades para el puesto, y, sin
pensarlo mucho, cuando detectó el de ella exclamó: «¡Este es el hombre que
necesitamos!». Ese es el sentido de la entrada “Es mucho hombre esta mujer”
donde Denegri recuerda el episodio en el que Juana Manuela Gorriti para
reforzar los datos biográficos de Mercedes Cabello de Carbonera convoca a
Ricardo Palma, quien se refirió a Cabello en los términos que dan título a su
nota.
Otro apunte
curioso está relacionado al embadurnamiento del miembro viril masculino con el
jugo de una cebolla para, en el momento de la penetración en la vagina,
ocasionar una erupción de placer en la mujer. Esa curiosidad la toma Denegri
del libro de Gregorio Martínez Canto de
sirena y responde a un consejo que el tío Metreque (así lo llama) proporciona
al escritor de Coyungo, Ica. Martínez convoca al sazonado tío para aderezar
unas líneas sobre cómo sacarle el máximo provecho a la coyunda con una mujer.
Empero, todo
ese conocimiento “topográfico” de Marco Aurelio de las tetas e himen femenino, y
el miembro viril masculino, que exhibe con erudita destreza, sospecho que sea
solo libresco. Quizá haya tenido comercio carnal con prostitutas en el jirón
Huática (que conoció como cuenta en Obscenidad
y Pornografía, en su juventud), pero no nos lo imaginamos en maromas como
Nacho Vidal, el actor porno español.
Denegri es
provocador y disruptivo (como lo era en su programa). Le gusta escandalizar a
las señoras y señores conservadores, esto es, a los cucufatos. Entradas como
“Poto bendito” (o aquel bastante ilustrativo sobre quién, el hombre o la mujer,
debe hacer la inserción del pene en la vagina) dan cuenta de su vocación
desacralizadora.
Pero Hechos y Opiniones no se reduce a las
tetamentas y derrières femeninos, es un trabajo variopinto en los que discurre
cierta erudición del autor sobre la sexología humana.
Por ello, merece
la mirada del lector que quiere conocer mejor la sexualidad femenina. No con el
deleite lujurioso de Memorias de una
pulga –de grata recordación posiblemente para Denegri– o de la Serie Rosa, pero sí para aproximarnos a
la sensibilidad íntima de ellas.
Crédito de la imagen: La Gata Bajo la Lluvia
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