domingo, 3 de mayo de 2009

“LAS MUJERES DE HAYA” de MARÍA LUZ DÍAZ

ME DIJERON que fue publicado como una respuesta política al libro de Toño Angulo, Llámalo amor, si quieres. Pero no creo. Yo creo que intentaron utilizarlo como un boomerang para contrarrestar el efecto que podría haber provocado la idea deslizada por Angulo sobre la supuesta homosexualidad del líder del Apra. Además ya estaba en preparación desde hacía cuatro años atrás y uno de los borradores benefició para una de sus historias, precisamente la de Haya de la Torre, al libro del primero. No termino de leerlo y pienso que a su autora le ha ocurrido lo que a las mujeres de su libro: ha sido silenciada por nuestra república de las letras. Es decir, no se le ha hecho justicia. Porque el libro de María Luz Díaz, Las mujeres de Haya (Editorial Planeta, 2007), es un importante trabajo de investigación periodística que recrea con unas palabras como traídas del viento, la participación abnegada de las feminas que aparecieron en la vida de Haya de la Torre, mientras éste se esforzaba en construir un partido de ascendencia popular como era el Apra. En muchos aspectos superior a Llámalo amor, si quieres –con el cual tiene una conexión temática–, que se deja notar en la profusión de las notas al final de cada capítulo, las cuales advierten de la preocupación de su autora por la búsqueda de información, y, sobre todo, en la prosa que aflora cadenciosa y segura, a diferencia de la de Toño Angulo, a quien, aun reconociéndole sus innegables méritos como narrador, en varios pasajes de su obra transmite a sus lectores la sensación del apuro del cierre de edición. De las ocho historias que ha contado María Luz Díaz la más fascinante es la de María Luisa García Montero. Está al final del texto, y me he salteado las que la anteceden porque su foto y su belleza salvaje son subyugantes. Es como la imaginaba cuando leía el libro de Angulo –a quien Díaz acusa de inexactitud en el retrato–, de una hermosura atrevida y sensual. Así se la puede apreciar en Las mujeres de Haya: con el cabello negro azabache recogido al estilo de la época y unas cejas estilizadas, bastante bien marcadas, que denotan una personalidad libre y decidida. Le sigue una sonrisa coqueta invitando a la aventura, y una tez morena que podría competir con facilidad con la de cualquier rostro femenino de Hollywood. La autora de Las mujeres de Haya, de otro lado, desautoriza en su libro a Guillermo Thorndike, que, cediendo a su característica vena sensacionalista, ha filtrado en su trabajo El año de la barbarie. Perú 1932, la leyenda de un Haya enamorado de las mujeres que conoció. Este fue el caso de Ana Billinghurst. Luz Díaz ha demostrado que no hubo amor entre ambos y pone en evidencia la falta de rigor histórico de Thorndike. 

Tan interesante como el de Sergio Vilela –El cadete Vargas Llosa–, pero con diferentes ritmos de narración (el uno ganado por la pasión de la juventud y la otra atrapada por la tersa calma de una línea trabajosamente elaborada), Las mujeres de Haya comparte el hecho con El cadete Vargas Llosa de haber surgido del taller de periodismo literario de Julio Villanueva Chang, convertido, desde la universidad privada donde enseña, en mentor para sus jóvenes discípulos. 

Un libro, en suma, que ayuda a conocer, a través de su vida íntima y personal, a Víctor Raúl Haya de la Torre, un personaje de la política peruana, odiado en su momento por la clase dirigente que vio un peligro su ascenso al poder y, al mismo tiempo, amado por sus seguidores que veían en él a un redentor.

Freddy Molina Casusol
Lima, 3 de mayo de 2009

1 comentario:

Gusvalca dijo...

Mi padre, el escritor Gustavo Valcárcel Velasco (1921 - 1982), asegura haber recibido comentarios de compañeros líderes que Haya sí visitaba con frecuencia a Anita Billinghurst en su casa de Barranco.
G. Valcárcel fue Secretario literario de VRHT entre 1944 y 1948. Por lo tanto, conocía internamente sucesos que no salieron a la luz pública.

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