Por: Freddy Molina Casusol
Ha dejado a que sus futuros biógrafos desentrañen el misterio. Ni con Beto Ortiz –en la lejana entrevista televisiva del 2000, la más completa que se ha hecho sobre su vida personal y política– ni con Heidi Grossman[i], Vargas Llosa ha cedido. Antes ya lo había intentado el periodista Ricardo Setti para el largo libro que éste publicara en idioma portugués allá por 1986[ii]. Con ninguno hablaría sobre el incidente. En los tres casos, una carcajada contenida y juguetona detuvo la curiosidad de los entrevistadores por arrancarle una confesión acerca de los motivos que lo empujaron a endilgarle un fuerte puñetazo hace 33 años a García Márquez, en el Palacio de las Bellas Artes de México.
El incidente
El 12 de febrero de 1976, fecha de la proyección privada del film “Odisea en los Andes”, el novelista peruano Mario Vargas Llosa le propinó un fuerte puñete en la cara a su par colombiano Gabriel García Márquez en un cine de la ciudad de México, en circunstancias en que éste se disponía a abrazar al primero a quien no veía después de una larga temporada.
El colombiano no tuvo tiempo de reaccionar y cayó de bruces. Todavía sorprendido por la actitud del peruano, le contó varios días después al periodista Oscar Alarcón del diario “Correo” de Bogotá, lo siguiente:
García Márquez manifestó igualmente: “La verdad es que ignoro completamente los motivos y sigo sin saber cuál fue la razón que tuvo Mario para pegarme”[iv].
Francisco Igartua, periodista peruano, años después le diría a Juan José Armas, biógrafo español de Vargas Llosa: “Yo estaba presente. Fue terrible. Cuando nos dimos cuenta, Gabriel estaba en el suelo y Mario se había ido. Fui yo quien trajo el bistec para bajarle la hinchazón al ojo del Gabo.”[v]
Sin embargo, en sus memorias, el propio Igartua desmiente haber hecho esto: “luego supe que lo trataron con un trozo de carne, un grueso bistec, que adquirieron en una carnicería vecina y se lo aplicaron al ojo como compota.”[vi]
Hasta antes del incidente, la amistad que se profesaban ambos novelistas era inmensa. María Pilar Serrano, esposa del desaparecido escritor chileno José Donoso y testigo de excepción del mutuo aprecio que existía entre ellos dos, ha escrito :
“Pero «amistad», verdadera amistad, con profundo cariño, reconocimiento y admiración era la que unía entonces a Mario Vargas Llosa y a Gabriel García Márquez. Vivían a una cuadra de distancia, a la vuelta de la esquina literalmente, en el barrio barcelonés de Sarriá. Se admiraban, disfrutando de su mutua compañía, de sus interminables conversaciones, de los paseos que juntos hacían por las calles de la ciudad y Mario escribía sobre «Gabo». «Le dedicó dos años de su vida, María Pilar», me dijo Patricia (Llosa), al libro-ensayo en el que volcó su admiración por Cien años de soledad, la obra maestra de su amigo. El libro: Historia de un deicidio le sirvió también a Mario a manera de tesis para obtener su doctorado en la Universidad de Madrid........”[vii]
El testimonio de Serrano –que frecuentó a los Vargas Llosa y García Márquez en la década del 70– es importante para tener una idea de las dimensiones de la ruptura que remeció el ambiente literario por aquel entonces.
Hipótesis 1: “García Márquez le quiso
robar la mujer a Vargas Llosa”.
Esta hipótesis fue la primera que apareció en los cables de
las agencias periodísticas que reseñaron el incidente. La agencia de noticias
EFE, en su despacho del 13 de febrero de 1976, decía:
“El móvil de la pelea, no podía ser para menos: las faldas.
Un asunto de faldas que, al parecer, provocó García Márquez cuando, en
Barcelona, intentó una aproximación a la mujer de Vargas Llosa”[viii].
Esta hipótesis no resiste análisis. No aporta prueba alguna.
Es una suposición, una especulación que rondó por la mente de los periodistas,
bastante propensos a dejar volar, tanto como el público lector, la imaginación.
Hipótesis 2: “Vargas Llosa estaba ofuscado por las posiciones
políticas de izquierda de García Márquez y disimuló su enojo tomando como
pretexto lo que supuestamente el Gabo «le había hecho a Patricia en Barcelona»”.
Esto ha sido sostenido por Francisco Igartua. Pero ha sido el
propio Vargas Llosa, quien, en la referida entrevista que le hizo Beto Ortiz,
ha expresado enfáticamente que: “Lo que ha dicho Igartua es falso”.
Además, para que no queden dudas, ha aclarado que “.... el
distanciamiento con él (con García Márquez) se debió a una cuestión personal,
fundamentalmente, que no tiene nada que ver con su posición ideológica, de la
cual discrepo también profundamente, porque creo que, políticamente, García
Márquez no es de ninguna manera el buen escritor que es de literatura.”[ix]
Queda, pues, para explicar el confuso incidente de 1976, la tercera hipótesis:
Hipótesis 3: “Vargas
Llosa se dejó llevar por la ira al enterarse que García Márquez y su mujer le
habían aconsejado a su esposa Patricia separarse de él, debido a que éste
sostenía un tórrido romance con una modelo norteamericana en Finlandia” (otra
versión que circula indica que era una joven sueca).
Esta hipótesis fue expuesta en un artículo por el periodista
Juan Gossain del diario “El Heraldo” de Barranquilla[x]. Es verdad que Gossain no señaló cuál era el
nombre de la referida modelo y no aportó, como en el primer caso, prueba
alguna. Pero pensamos que lo que conjeturó, es lo que más se acerca a la verdad.
La agencia Associated Press (AP) reprodujo parte del artículo
de este periodista, quien escribió que la mujer de Vargas Llosa hizo caso a los
consejos de los García Márquez y que cuando éste se enteró de todo, “montó en
cólera”[xi].
Eso quiere decir que Vargas Llosa, llevado por el enojo
extremo, esperó el momento oportuno, que se le presentó con la exhibición del
film “Odisea en los Andes”, para desquitarse de lo que consideró una afrenta a
su matrimonio.
Vargas Llosa, asimismo, habría tramado el encuentro entre los
dos para vengarse. García Márquez, en conversación telefónica con un redactor
del diario “El Espectador”, dijo que “... el director de cine chileno Miguel
Littin lo había invitado a sugerencia de Vargas Llosa porque hacía tiempo que
no se veían y esa era una buena oportunidad, de lo que se desprende que el
peruano lo hizo con premeditación”[xii].
Esto último es posible. De que Vargas Llosa haya provocado el
encuentro deliberadamente, es posible. Hay que recordar que Jaime Bayly, en su
columna publicada en el diario “Correo” de Lima, relató que el escritor,
molesto por la deserción de su hijo Alvaro de la prestigiosa universidad de
Princeton para trabajar como periodista en Lima, pactó una cita con éste en el
parque de Miraflores, la cual terminó con el ojo morado del hijo mayor del
escritor.
Cuenta Bayly:
“Alvaro terminó asilado en casa de Fernando de Szyslo, amigo
de la familia. Cierta tarde, Mario lo citó en el parque de Miraflores para
convencerlo de regresar a Princeton. Alvaro volvió a La Prensa con un ojo
morado. Mario le había dado un puñete.”[xiii]
O sea, ya hay un antecedente de las iras del novelista que
abonan la tesis de que el escritor se deja a veces ganar por la furia. Esto habría ocurrido en el caso de García Márquez.
Las consecuencias de un
puñetazo
Posteriormente, la brecha entre los dos escritores se ensanchó al calificar Vargas Llosa, en la polémica con el novelista alemán Günter Grass, a García Márquez como “cortesano de Fidel Castro”[xv].
Colofón
Esto explicaría el que Vargas Llosa, no muy recientemente, haya autorizado se publique como prólogo un extracto de Historia de un deicidio para la nueva edición de Cien años de soledad, editada por Alfaguara y la Real Academia Española. Ha tendido el puente para una futura reconciliación. Vargas Llosa habría comprendido, finalmente, que la precipitación no es una buena consejera y que un puñetazo no es suficiente para apagar el recuerdo de una buena amistad.
Notas
[i] Ver “Montesinos es más ladrón”. Entrevista de Heidi Grossman a Mario Vargas Llosa (2000). En Mario Vargas Llosa. Entrevistas escogidas. Selección, prólogo y notas de Jorge Coaguila. Fondo Editorial Cultura Peruana, 2004, p. 276.
[ii] Ver Diálogo con Vargas Llosa, por Ricardo Setti. Ensayos y conferencias de Vargas Llosa. Kosmos-Editorial, S.A., 3ra. Edición, 1990.
[iii] Ver “García Márquez. «No sé por qué me pegó Mario»”, en “Correo”, 18 de febrero de 1976. Reproducido en Psicoanálisis de Vargas Llosa, Max Silva Tuesta, Editorial Leo, 2005, p. 231.
[iv] Ibíd., p. 230.
[v] Ver Vargas Llosa. El vicio de escribir, Juan José Armas Marcelo, Grupo Editorial Norma, 1991, p. 121.
[vi] Ver Huellas de un destierro, Francisco Igartua, Editorial Santillana S.A., 1998, p. 106.
[vii] Ver “El «boom» domestico”, María Pilar Serrano. En Historia personal del «boom», José Donoso, Editorial Seix Barral, 1983, p. 107.
[viii] Ver “El novelista Vargas Llosa noqueó a García Márquez”, en “El Comercio”, 14 de febrero de 1976. Reproducido en Psicoanálisis de Vargas Llosa, p. 224.
[ix] Ver Diálogo con Vargas Llosa, p. 30.
[x] Ver “Vargas Llosa fracturó la nariz de García Márquez”, en “La Prensa”, 18 de febrero de 1976. Reproducido en Psicoanálisis de Vargas Llosa, pp. 232-233.
[xi] Ibíd., p. 233.
[xii] Ver “Siguen especulaciones sobre el golpe de Vargas Llosa a García Márquez”, en “La Prensa”, 20 de febrero de 1976. Ibíd., p. 235.
[xiii] Ver “El escritor y el payaso”, Jaime Bayly, 20 de octubre de 2008.
[xiv] Ver Vargas Llosa. El vicio de escribir, p. 124.
[xv] Ver “Respuesta a Günter Grass”, en “El Comercio”, 6 de julio de 1986; y “Günter Grass aclara a Vargas Llosa”, en “Quehacer”, No. 42, agosto-setiembre 1986.
1 comentario:
Hola Freddy, este articulo se deja leer.
Antonio Mendoza
amendozamm@hotmail.com
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