ENTRARON
en el aula y se dividieron rápidamente en varias columnas. Los alumnos y el
propio Krüger –que en ese momento dictaba una clase– pensaron, tal vez, que era una de esas tantas
incursiones que Sendero hacía en los salones para denunciar al gobierno “genocida
y hambreador de Alan García” y lanzar unos cuantos estribillos a favor de la
guerra popular; pero no, esta vez la cosa era distinta. Ni bien entraron
comenzaron a buscar entre los estudiantes un rostro que les fuera familiar.
Cuando lo ubicaron, lo rodearon y sin darle tiempo a nada, lo bañaron en
pintura negra. Así sancionaban a la “negra reacción”, así castigaban el
atrevimiento de quien había tenido la mala idea de desafiarlos unos días antes.
Dos o tres días atrás, la víctima había cometido la osadía de arrancar, en el
pabellón de Psicología, un afiche senderista. Entre los que presenciaron la acción, muy
probablemente, se encontraba algún militante del PCP-SL, quien, luego,
informaría a sus camaradas la afrenta que había sufrido la propaganda del Partido.
Ahora se lo estaban haciendo pagar. Poco faltó para que le colgaran un
cartelito con la expresión: “enemigo del pueblo”, y así consumar mejor la
humillación. El decano y los estudiantes que presenciaron el acto, temerosos de
ser las próximas víctimas de este escuadrón de encapuchados, nada pudieron
hacer. En la Ciudad Universitaria pronto corrió la voz que en la clase del
decano de Letras, a un alumno, los de Sendero, lo habían bañado con pintura
negra. La alarma se instaló entre sus habitantes. Si esto hacía Sendero a la
luz del día, en presencia de una autoridad universitaria, podía hacerlo con
cualquiera. Cuando esto llegó a nuestros oídos prendió la indignación. Mery
Castillo y yo fuimos donde Krüger para manifestar nuestro enojo. Le pedimos que
la Facultad publicara un comunicado a nombre del Tercio condenando la agresión
senderista al estudiante de Psicología (que formaba parte, por entonces, de
Letras). El decano se negó. No contentos con la negativa le pedimos hablar con
Campos Rey de Castro, rector de la universidad. Tomamos un taxi y nos dirigimos,
con Krüger a bordo, al edificio Kennedy, donde se encontraban los locales del Rectorado.
Campos Rey de Castro nos recibió. Usando las artes de los políticos para darnos
largas, alegó, finalmente, razones de seguridad –la nuestra– para no publicarlo.
Fastidiados por estas negativas que sonaban a cobardía, me acordé que César
Lévano, editor de la revista Sí y profesor de Comunicación, estaba dictando el
curso de Historia de los medios. Le dije a Mery: “Vamos de nuevo a la Ciudad, creo que
Lévano puede publicar esto”. “¿Estás seguro?”. “Sí, le dije, vamos”. Y nos
fuimos de regreso a la Ciudad. Ya en San Marcos, entré corriendo a la Facultad
y subí a grandes trancos la escalera que conducía al pabellón de la Escuela. Busqué
a Lévano y lo encontré en un aula finalizando su clase. Toqué la puerta y pedí
permiso para ingresar. Me acerqué y le expliqué la situación. “¿Del Tercio
Estudiantil?”, interrogó. “Sí”, le respondí. Y se metió el comunicado al
bolsillo. Una semana después, en la siguiente edición de Sí, pudimos leer nuestro
comunicado a página y media adjunto a una nota (“Rechazo a Sendero en San
Marcos”), el único comunicado de esos años que, desde el interior de la
universidad, condenó abiertamente a Sendero y sus prácticas de amedrentamiento en
el campus universitario.
A continuación damos a conocer el texto de la nota, publicada en el No.100 de Sí (del 23 al 30 de enero de 1989, pp. 24-25):
------------------------------------------
RECHAZO A SENDERO EN SAN MARCOS
La bárbara golpiza aplicada en San Marcos por senderistas a un estudiante de Sicología, a quien además embadurnaron con pintura negra, ha tenido la virtud de juntar voluntades en el campus universitario. En la Ciudad Universitaria circula, desde el jueves último, un documento que condena a Sendero y que ha encontrado respaldo en el tercio estudiantil de Letras y entre numerosos alumnos y dirigentes de otras facultades.
El documento refleja asimismo, la condena estudiantil a la quema de la Bandera Nacional realizada el martes 10, a las 8 de la noche, por una veintena de senderistas armados, ante la consternación y la cólera estudiantil.
He aquí párrafos del texto, que abre una etapa en la opinión sanmarquina, que muchos órganos de prensa tildan injustamente de propicia a la organización sanguinaria dirigida por Abimael Guzmán.
“Así como repudiamos y rechazamos la brutal agresión policial que ha cobrado el doloroso saldo de compañeros asesinados impunemente, rechazamos también la creciente práctica de amedrentamiento, amenazas y atropellos del senderismo dentro del campus universitario, con métodos ajenos a la tradición del movimiento estudiantil y que nada tienen que envidiar a los enemigos de clase”.
El documento, que circula mimeografiado, expresa también “honda preocupación ante una nueva paralización de
labores que, convocada en estas circunstancias, significaría un virtual autorreceso y un caro favor a la reacción”.
labores que, convocada en estas circunstancias, significaría un virtual autorreceso y un caro favor a la reacción”.
Otros links sobre el tema: Sendero se pasea en San Marcos y San Marcos en los ochenta de Mario Munive
2 comentarios:
Una aclaración, la representante de Filosofía era Mery Castillo.
Saludos,
M.C.
Servida, Mery. Saludos, también.
Publicar un comentario