Aquí, sin mayores preámbulos, para los lectores de este
blog, van los minutos que no se perdieron
en la entrevista de Beto Ortiz a Mario Vargas Llosa –acompañados de un
comentario final–, realizada el 10 de mayo del año 2000.
Buenas noches. Una de las cosas maravillosas que tiene el periodismo
es que nos permite a quienes lo ejercemos estar cerca y conversar aunque sea
por breves minutos con nuestros ídolos, con las personas que admiramos desde
siempre. Eso es una falta de objetividad absoluta, deplorable en un periodista,
pero yo no puedo sino confesarlo de antemano. Hoy me desperté muy temprano en
la mañana y estoy más nervioso que el día que di examen de admisión a la
universidad, así que perdonarán los televidentes que sude a chorros, que
tartamudee, que me equivoque porque es una entrevista realmente importante para
mí como periodista, para el programa, para el canal. Quiero darle la
bienvenida, en nombre de canal A, a un gran invitado: Mario Vargas Llosa.
Mario Vargas Llosa:
Muchas gracias, Beto, por esa presentación. El que se ha puesto nervioso con
esa presentación y va a empezar a sudar a chorros ahora soy yo, no tú.
Beto Ortiz: He
estado viendo su presentación en varios canales y para los lectores que
lloramos de risa con Pantaleón, que
lloramos de risa con La Tía Julia , nos parece un
poco extraño este Vargas Llosa que se ríe menos. Me da la sensación de que usted
se está riendo menos que antes, ¿me equivoco?
B.O.: Algunos de
sus más cercanos colaboradores en el 90, en el Fredemo, se han pasado a las
filas del fujimorismo: Chirinos Soto, Delgado Aparicio, Trelles –la
inteligencia en acción [risas de VLL]–, Larrabure, ahora están colaborando con
el régimen. ¿Qué sabor le deja esto?
MVLL: De
tristeza, de pena. De algunos lo esperaba por su trayectoria.
B.O.: ¿De
quiénes, por ejemplo?
MVLL: Para qué
vamos a singularizar. Está absolutamente en la memoria de todos; de otros no. De
otros, para mí, ha sido sí una gran sorpresa, los creía más puros, los creía
más idealistas, más íntegros. Si quieres que te diga un nombre, te digo un
nombre: Rafael Rey. Lo conocí muy muchachito, y a mí me pareció que el encanto
mayor que tenía era la pureza, el idealismo, y que resultara un politicastro
corrompido, no me lo hubiera imaginado jamás. Y me da mucha pena, pero que ése
haya sido el caso de muchos, desde luego, no de la mayoría. Anoche en la
presentación del libro[1], en la Universidad de Lima,
había cientos –dicen que más de mil personas–, y la inmensa mayoría de ellos
estuvieron conmigo en el 90; y ninguno de ellos se alquiló, se vendió; han
resistido con mucha coherencia, mucha dignidad, estos años tan difíciles en que
era tan difícil mantener la independencia, y eso a mí me emociona tremendamente
porque creo que es el caso de una inmensa mayoría de peruanos que no se ha
dejado ni alquilar, ni intimidar, ni corromper, y eso, creo, que es lo más
importante. Allí tenemos una reserva moral para que cuando nuestro país salga
de la dictadura, hacia una legalidad, una libertad, contemos con esa buena
gente, ¿no es verdad? Creo que es mucha gente.
COMENTARIO
Hasta aquí el extracto de la entrevista que faltaba en El inconquistable. El resto se puede
leer en el propio libro. La ausencia de este segmento obligó al editor Luis
Rodríguez Pastor a alterar el orden inicial del diálogo –dividido en cinco
bloques– entre el escritor y el periodista, obligándolo a empezar por el bloque
4 –que tituló a ritmo de bolero: 1. “El Perú, ese amor imposible”–, y corriendo
el bloque 1 –etiquetado como “Coyuntura y recuerdo de la campaña del noventa”–
como segundo capítulo del libro. Y así sucesivamente, como se puede comprobar
revisando la entrevista completa. El editor tuvo que hacer una serie de
malabarismos para sortear la ausencia de los minutos inaugurales y
reconfigurarla para hacerla asequible al lector. Esta parte es importante
porque habla de Rafael Rey, en quien Vargas Llosa, quizás, veía un continuador
de las ideas liberales que sembró en 1987, en la plaza San Martín. Los duros
calificativos a Rey están en función del apoyo de éste a Fujimori desde Renovación –partido que fundó luego de
apartarse del Movimiento Libertad–.
Sin embargo, esa desazón y molestia de Vargas Llosa hacia Rey, están ya prefiguradas
en la entrevista que le hizo el periodista César Hildebrandt en noviembre de
1992 –a pocos meses de lanzar El pez en
el agua, libro donde hace un ajuste de cuentas con los políticos que trató
en la campaña del 90–. Dijo de él en aquella oportunidad, ante una pregunta de Hildebrandt: “Bueno, pero él no pertenece ya a Libertad. Estuvo en sus filas por
equivocación, no por un compromiso profundo con la democracia como es el que
tenemos los que nos hemos quedado en el movimiento. Me parece muy bien que se
haya ido[2]. Así
se evitan confusiones”[3]. (Este
fastidio no se diluiría con los años: en una reunión pública, Vargas Llosa se
cruzaría con Rey dejándolo con la mano extendida cuando éste intentó saludarlo,
manteniendo así su desaprobación con su actuación política). Rafael
Rey, el 2011, integraría la plancha presidencial de Keiko Fujimori, hija del expresidente
Fujimori, quien sería derrotada en la segunda vuelta por Ollanta Humala, que
contó con el apoyo de Vargas Llosa.
[1] Se refiere a su novela La Fiesta del chivo (2000).
[2] Rey hizo pública su carta de renuncia al Movimiento
Libertad. Ver “Rafael Rey fundamenta su
renuncia irrevocable al Movimiento Libertad”, en El Comercio, 19 de agosto de 1992, p. A-5.
[3] Ver “El Perú ha dado un salto atrás en la historia”,
entrevista de César Hildebrandt a Mario Vargas Llosa, diario Uno, 16 de noviembre de 1992, p. 3.
1 comentario:
Se agradece infinitamente este agregado de los minutos iniciales de la entrevista. Una consulta,¿podrías venderme una copia de la entrevista completa a Vargas Llosa?
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