VÍCTOR HURTADO es el mayor prosista peruano, sino el único vigente. Su estilo fino, punzante e irónico, corta figuras con las palabras. (En reciente conversatorio, su autor se definió como un cultor del conceptismo, que es algo así como el uso de la mínima expresión con la mayor potencia figurativa en una frase).
Si tuviera que recomendar Otras disquisiciones de Víctor Hurtado a un lector, le diría que inicie su lectura en la sección “El profesor solecismo es respondón”. Es divertidísima, te hace reír a carcajadas. Hurtado ha creado a dos personajes de ficción, el profesor Solecismo –una especie de alter ego del escritor– y Wármix Méndez Gómez, un tipo que se las ingenia para traer abajo toda la gramática en castellano en las cartas que le envía al primero, quien no desperdicia la oportunidad para hincarle el diente en sus barbaridades ortográficas. Ambos son una especie de Quijote y Sancho Panza de nuestra ciudad iletrada.
Siguiendo con las recomendaciones, si tuviera que decirle al lector que continúe la lectura de Otras disquisiciones, le diría que se prepare porque el escritor no admite ninguna ofensa a Javier Solís, el rey del bolero ranchero, y menos aún una defensa –por lo demás, inútil– de Luis Miguel y sus “gallos” en la sección “¡Música maestro!”. Cualquier infracción de esta ley interna es penada con un cocacho del escritor, seguida de la expulsión ipso facto de su parnaso literario.
No obstante, el lector todavía tiene una tabla de salvación: saltearse esta parte del libro si es demasiado sensible, no sin antes dejar de leer ese maravilloso peregrinaje a la tumba de Javier Solís (¡de quién más!) en “Entre reyes”, que recuerda el realizado por Vargas Llosa a su maestro Faulkner hace muchos años ha. Ahora, si el lector quiere bañarse en erudición, bienvenido sea, puede disfrutar las páginas de la sección “Todos los mundos”. Allí podrá encontrar a Pascal de la mano con los griegos, así como unas cuantas recriminaciones a Platón y Aristóteles por adelantar el fascismo en sus obras.
Para el lector que ama las reseñas y los comentarios de libros –una manera elegante de ahorrarse el trabajo de ir a la librería y comprarlos– Otras disquisiciones tiene “El estante quieto”. En esta sección, el escritor lo espera con los brazos abiertos. Aquí podrá ver relucir joyas como esta: “Así, leyendo por el gusto a los clásicos sin tiempo, aprendemos la gran lección de no estar al día (hoy es la forma más callada y solitaria de la rebelión) y comprendemos la moraleja de que el libro no es moda y de que la literatura no es éxito”. Declaración de principios que suscribimos incondicionalmente, sin temor a que los Bayly y otros posmodernos post scriptum nos excomulguen.
Pero a estas alturas para qué continuar con
estas recomendaciones, que sea el propio lector el que descubra al escritor. En todo caso, si este tras leer estos artículos
y ensayos tiene alguna duda sobre los temas tratados (poesía, lenguaje, música,
literatura o filosofía), puede escribirle a Hurtado. En el libro está su
correo. El profesor Solecismo, a nombre de él, gustoso le contestará: eso sí,
no lo olvide, él es respondón.
Freddy Molina Casusol
Lima, 13 de mayo del 2013
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