martes, 7 de abril de 2015

UN TIEMPO YA IDO: “AQUELLOS AÑOS DEL BOOM”

Muy superior, en el tratamiento, a la biografía de Vargas Llosa escrita por J.J. Armas Marcelo, Vargas Llosa, el vicio de escribir, en la que de lejos se puede notar que el biógrafo se deja eclipsar por el aura de su biografiado, y en parte emparentado (los dos, por cierto, son periodistas culturales), en el propósito de agotar todas las fuentes posibles, con el de Eligio García Márquez (Las claves de Melquíades. Historia de cien años de soledad), el libro de Xavi Ayén, Aquellos años del boom, cubre, desde la esfera periodística, esos vacíos de información que existían sobre la historia del boom (apenas pergeñado por José Donoso en su Historia personal del boom, libro que le sirve de inspiración). Ayén logra organizar una ingente cantidad de materiales dispersos, a los que suma una serie de testimonios de primera mano de sus protagonistas, ofreciendo una visión de conjunto necesaria, indispensable, para entender esa eclosión literaria que tuvo lugar en Barcelona entre 1967 y 1976, llamada “el boom de la literatura latinoamericana”. La visión del periodista ha apuntado por el lado de la anécdota y la revisión de cartas (en la que ha sido pródigo para felicidad de los lectores), y no por el lado del análisis textual de la obra de los integrantes del boom pues entendió que esa no era su tarea (la cual, de sobra, ha sido cubierta, desde la crítica literaria, por académicos como Luis Harss en Los nuestros o Emir Rodríguez Monegal en El boom de la novela latinoamericana).

Sobre el libro

Carlos Barral
El libro de Ayén es un libro nostálgico, de un tiempo ya ido, de escritores –como Julio Cortázar y Gabriel García Márquez– que ya no están. (La vez pasada le decía a un amigo cuán afortunada había sido nuestra generación que esperaba en un lapso corto de tiempo la publicación de una nueva novela de los monstruos de la literatura latinoamericana. “¿Qué novela nueva ha publicado Vargas Llosa? ¿Y Fuentes? ¿Y Cortázar? ¿Cuál es la última de Gabo o Sabato?”, era el retintín). También es un libro de las incorrecciones de los editores, por decir lo menos, como las de López Llausàs de Sudamericana –que reconoció la diferencia existente entre la liquidación de las regalías y la cifras de ventas consignada en 1973 de las ediciones de García Márquez– o las de Carlos Barral, quien, con todos los méritos que tenía como descubridor de un escritor como Vargas Llosa, establecía, como él mismo confiesa, “contratos leoninos” con los autores que contactaba. (Triquiñuelas y ardides que servían para morder más del bolsillo de los escritores a su cargo). Y también de agentes literarias como Carmen Ballcels que defendía como una leona los intereses de “sus” escritores, colocando en las mejores condiciones económicas las traducciones y reediciones de sus obras en el mercado editorial, obteniendo con ello que estos puedan vivir con cierta holgura de la literatura que producían.


Sobre el boom
“El contexto en que el boom se produce –dice Vargas Llosa en el libro– es el de la mitificación de la Revolución cubana, el endiosamiento del Che Guevara y el descubrimiento del tercer mundo. Por primera vez, la izquierda europea se identifica con la suerte de los países pobres, ve más allá de la clase trabajadora del mundo rico”[1]. El escritor español Juan Benet, entrevistado por Fernando Tola y Patricia Grieve para el libro Los españoles y el boom, expresa que es muy fácil establecer conexiones entre el boom de la literatura latinoamericana y la revolución cubana. De hecho, rechaza tal conexión (no el contexto), acusándola de falta de rigor[2]. Una obra como La ciudad y los perros, pensamos, si bien es cierto no surge fuera de un contexto político y social que la influye, tampoco menos cierto es que ella parte de una razón individual que empuja su nacimiento, y que esta muchas veces emerge de una manera consistente y profunda de la mente de su creador, prescindiendo del entorno o compromiso social que la quiera atenazar. En ese sentido, declaraciones como las de Benet: “De que el Ché Guevara se batiera al cobre en las sierras aquéllas [las cubanas en la época de Batista], no resulta un escritor colombiano, que escribe en Barcelona, que se exiló en México…”[3] en alusión a García Márquez, son atinadas en cuanto a que el proceso de creación, en relación a los puntos de referencia: el boom y la revolución cubana, va por cuerdas separadas respecto al tema de la escritura, por ejemplo, de una novela como Cien años de soledad y lo acontecido en la isla, pero estas convergen perfectamente para la propagación del fenómeno por América Latina.

¿Qué significó el boom para los españoles afincados en la península ibérica? Significó una intromisión en su territorio literario pues, antes de eso, veían, en palabras de Barral, a los latinoamericanos como monos colgados de un cocotero. La aparición primera de un Vargas Llosa y, luego, de un García Márquez significó una revolución lingüística del castellano que fue apreciada por el lector en español que vio en las obras de estos –y en las que siguieron– una superación de la árida novelística española. Esa incursión de escritores como los anteriores –Cortázar, Sabato o Cabrera Infante– fue vista como una conquista a través de las palabras de un mundo que en otro tiempo se había valido de la espada para imponer su lengua y sus costumbres en América. Ahora esa lengua –rechazada, en primera instancia, por Atahualpa– les era devuelta enriquecida, con un uso magistral que convertía a sus otrora maestros en desconcertados discípulos. El español García Hortelano lo dijo: “En broma, yo digo que es la contrainvasión, la contraconquista, y así como hace unos siglos os conquistamos y os fastidiamos, ahora vosotros nos reconquistáis y nos refastidiáis”[4].

García Máquez y Carmen Ballcells
Foto: El Universal (20 de nov. 2011)
¿Fue el boom una operación comercial maquinada por los editores para obtener pingües ganancias con las novelas de los escritores latinoamericanos? Ayén lo ve así: “En el proceso de elaboración de este libro he encontrado a gente convencida de que el boom fue una operación de marketing, una gigantesca manipulación urdida para vender libro. Es un argumento arriesgado. El boom existió porque no hay estrategia de mercado capaz de sostener semejante explosión de ventas en todo el mundo, de autores, además, diversos y con un público internacional no conocido hasta entonces. Por eso nadie habla del boom de los autores eslavos o del boom de la narrativa francesa de la misma época. El de los latinoamericanos fue un estallido imprevisto que alteró la geopolítica de las letras mundiales. En última instancia son los lectores quienes crean el boom”[5]. Carmen Balcells, la agente literaria de Vargas Llosa y García Márquez, en una entrevista admitió sincera: “Aquello [el boom] era un lobby, que tiene que ver con el poder literario. Con vender, ¿comprende? Vender.”[6]

Punto final

El libro de Ayén es un ejemplar trabajo de investigación periodística y, al mismo tiempo, un compendio de confidencias y revelaciones –como las de García Márquez y Vargas Llosa en torno al incidente de 1976–, que tiene puntos de conexión con el libro de los profesores Ángel Esteban y Ana Gallego, De Gabo a Mario, pero superándolo. De reconstrucción de una época y de sus mujeres –como Beatriz de Moura–. Una biografía de conjunto sólida que penetra en la intimidad de los miembros del boom, a los que desacraliza y vuelve más humanos, más cercanos a nosotros los individuos de a pie. Un libro admirable que, por su empeño y perseverancia, todo periodista cultural debería leer.

Freddy Molina Casusol
Lima, 7 de abril del 2015



[1] Ver Aquellos años del boom, Xavi Ayén, RBA, 2014, p.  353.
[2] Ver Los españoles y el boom, Fernando Tola de Habich y Patricia Grieve, Editorial Tiempo Nuevo, 1971, p. 30.
[3] Ibíd.
[4] Entrevista de Federico Campbell a Juan García Hortelano, en Aquellos años del boom, p. 539.
[5] Ver Aquellos años del boom, p. 511.
[6] Ver entrevista de Xavi a Carmen Ballcells, “El boom se inventó para vender, no es un club de amigos”, 22 de abril del 2010.

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