Creo sinceramente que quien ganó la polémica del indigenismo, ocurrida a
inicios del siglo pasado, fue Luis Alberto Sánchez. Y no es que a José Carlos
Mariátegui le faltaran argumentos. Basta apreciar el desplazamiento conceptual
de Mariátegui frente a tan temible rival como era Sánchez. Lo que pasaba, a mi
juicio, es que el autor de los Siete
ensayos otorgaba a su defensa del indio un toque ideológico que lo perdía a
la hora de aterrizar la discusión. Han pasado muchos decenios de dicho
enfrentamiento que se aireó en las páginas de la revista Amauta, y no he vuelto a leer, ni por casualidad, un debate de
ideas de tal magnitud sobre un tema crucial del Perú contemporáneo. Decíamos
que Luis Alberto Sánchez ganó el debate porque fue quien sostuvo que el futuro
del país estaba en el mestizaje; en cambio, Mariátegui –insistiendo en la
fórmula aparecida en su ensayo sobre el problema de la tierra– creía que su
salvación recaía en el indio. Este legado, por cierto, no era negado por
Sánchez, pero él creía inequívocamente que era importante recoger la totalidad
de experiencias culturales que nos identificaran como nación. La certeza de
Sánchez –la de un Perú mestizo– se ve corroborada en la actualidad en las
expresiones culturales del nuevo habitante de la capital que toma, a través de
la música, el legado andino y oriental. El rostro del nuevo poblador de la
ciudad es mestizo, y ya hay una aceptación del pasado andino pero fusionado
con los legados provenientes de la costa norteña y la Amazonía, las que hacen pensar
que, aunque dificultosamente, la peruanidad ya está en proceso de construcción.
La polémica del indigenismo fue muy instructiva porque permitió problematizar
un país balbuceante; lástima que no se haya vuelto repetir con otros actores.
Sin embargo, allí están los esfuerzos pioneros de Matos Mar sobre las barriadas
de los cincuenta, cuyos protagonistas iniciaron el lento proceso de conquista
cultural de la Lima oligárquica. O los de Hernando de Soto, desde otra
perspectiva. Sobra decir que en estos tiempos en los que parece irse sin derrotero a la vista,
la polémica entre Sánchez y Mariátegui puede servir aún para indicarnos hacia
dónde vamos. Su relectura nos podría dar nuevas luces.
Freddy
Molina Casusol
Lima, 12 de febrero del 2017
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