domingo, 29 de junio de 2025

HECHOS Y OPINIONES ACERCA DE LA MUJER

 

LA última vez me quiso dar con un rodillo de cocina porque dije una barbaridad y otras cosas más sobre las mujeres. Por eso, este libro, me la recuerda, me recuerda a Eliana. Pero, si se habla de barbaridades, Marco Aurelio Denegri, las tiene a raudales. ¿Cómo es eso de tetófilo o filotetales (amante de las tetas)? Ignorante del uso tan acertado del prefijo que refiere a las protuberancias que penden en el pecho de una mujer, y que el macho alfa mira con deseo y lujuria cuando las ve pasar generosas por la calle, ahora sé que existe la palabra, gracias al libro de Denegri, Hechos y opiniones acerca de la mujer; antes de eso, desconocimiento total.

Hechos y opiniones me recuerda –en el ensayo dedicado a la madre (“Matrifobia”)– cuando le digo a Eliana que siempre vea a su mamá, porque la sensación de orfandad te invade cuando ella parte.

(Felizmente, su mamá es cordial y dialogante. No como las de los ejemplos de Denegri.)

Pero regresemos a la tetofilia. El neologismo me recuerda un encuentro ocasional con Sami, una colombiana, que invitaba a que besaran sus senos. Eso le producía el máximo de goce. Sus labios carnosos y rojos se encarnaban más cuando lo hacía. Los ofrecía con generosidad, uno por uno. La extasiaba y la dejaba fuera de control.

En cuanto al libro, no es uno planeado exprofeso sobre la mujer, sino uno que reúne apuntes, notas, sobre ella, que recoge de aquí y allá información (eso lo advierte en la contratapa el autor). En otras palabras, el libro se fue armando solo.

Entre esos apuntes hay uno que recuerda a Martha Hildebrandt, no porque el autor la convocara (y bien se sabe su cercanía y diferencias con ella), sino porque evoca la anécdota que la Dra. Hildebrandt contó en alguna oportunidad sobre Juan Velasco Alvarado, el dictador militar que gobernó el Perú a fines de los sesenta e inicios de los setenta.

Velasco, buscando una persona que dirigiera el Instituto Nacional de Cultura, recibió de Augusto Salazar Bondy los nombres de tres personalidades para el puesto, y, sin pensarlo mucho, cuando detectó el de ella exclamó: «¡Este es el hombre que necesitamos!». Ese es el sentido de la entrada “Es mucho hombre esta mujer” donde Denegri recuerda el episodio en el que Juana Manuela Gorriti para reforzar los datos biográficos de Mercedes Cabello de Carbonera convoca a Ricardo Palma, quien se refirió a Cabello en los términos que dan título a su nota.

Otro apunte curioso está relacionado al embadurnamiento del miembro viril masculino con el jugo de una cebolla para, en el momento de la penetración en la vagina, ocasionar una erupción de placer en la mujer. Esa curiosidad la toma Denegri del libro de Gregorio Martínez Canto de sirena y responde a un consejo que el tío Metreque (así lo llama) proporciona al escritor de Coyungo, Ica. Martínez convoca al sazonado tío para aderezar unas líneas sobre cómo sacarle el máximo provecho a la coyunda con una mujer.

Empero, todo ese conocimiento “topográfico” de Marco Aurelio de las tetas e himen femenino, y el miembro viril masculino, que exhibe con erudita destreza, sospecho que sea solo libresco. Quizá haya tenido comercio carnal con prostitutas en el jirón Huática (que conoció como cuenta en Obscenidad y Pornografía, en su juventud), pero no nos lo imaginamos en maromas como Nacho Vidal, el actor porno español.

Denegri es provocador y disruptivo (como lo era en su programa). Le gusta escandalizar a las señoras y señores conservadores, esto es, a los cucufatos. Entradas como “Poto bendito” (o aquel bastante ilustrativo sobre quién, el hombre o la mujer, debe hacer la inserción del pene en la vagina) dan cuenta de su vocación desacralizadora.

Pero Hechos y Opiniones no se reduce a las tetamentas y derrières femeninos, es un trabajo variopinto en los que discurre cierta erudición del autor sobre la sexología humana.

Por ello, merece la mirada del lector que quiere conocer mejor la sexualidad femenina. No con el deleite lujurioso de Memorias de una pulga –de grata recordación posiblemente para Denegri– o de la Serie Rosa, pero sí para aproximarnos a la sensibilidad íntima de ellas.

Crédito de la imagen: La Gata Bajo la Lluvia

domingo, 1 de junio de 2025

PUENTE AÉREO

EL libro de Faverón dignifica lo que debieron ser los blogs cuando proliferaron por el año dos mil: un espacio ideal para discutir ideas, escribir comentarios de libros o analizar hechos resaltantes, y no en lo que se convirtieron: un lugar de chismes, reyertas y golpes bajos. En cambio, Faverón fue uno de los pocos le dio un trato serio, profesional. Él ya venía de una experiencia periodística en Somos de El Comercio. Su blog, Puente Aéreo, la recogió para la blogosfera. Faverón relata que no sabía cómo hacerlo y que su amigo Daniel Salas, paso a paso, lo orientó. En la primera parte de las tres que lo componen, el autor coloca una serie de artículos que tienen como impronta el antifujimorismo. Así tenemos algunos donde se cuestiona a Keiko Fujimori y la opción política que representa en su enfrentamiento a Humala en la segunda vuelta del 2011. El escritor repite un tip de la época que se lanzó contra su padre, Alberto Kenya: que se había robado 6 mil millones de dólares; tip que nunca fue demostrado y que formó parte de la campaña de satanización al fujimorismo. Desde esa perspectiva, se puede ver Puente Aéreo como la fotografía de un momento en el Perú, donde aún se hablaba de la presencia de una reserva moral, que combatía, con desinfectante en la mano (y lavado de bandera en medio), la corrupción fujimorista. Esa parte se puede decir que envejeció, si se toma en cuenta que figuras como Susana Villarán –que integraba dicho conglomerado– protagonizaron hechos de corrupción. Pero con todo, con las discrepancias del caso, el esfuerzo por dar espacio a argumentos en el debate político, en medio de una jungla de repetidores de frases huecas, es loable. En la segunda sección, correlativo a ese antifujimorismo, Faverón lanza sus dardos contra César Hildebrandt –a quien presenta como un hombre que no sabe nada de cine–, Marco Aurelio Denegri –a quien califica solo como un corrector de estilo– y Beto Ortiz –el “peor escritor de Lima” (aquí hay un exceso; sin intentar caer en el magister dixit, Martha Hildebrandt, a la que juzga más por su cercanía al fujimorismo que por su propia obra, le tenía en buena estima por su correcta forma de hablar)–. Pero no se queda allí, sino que lo apabulla en su interpretación del relato de César Vallejo, “Paco Yunque” (“Qué pasa cuando uno no entiende los cuentos para niños”). En este caso tiene la razón porque el cuento de Vallejo refleja aún esa contradicción que existe entre los que están en la cúspide y la base de la pirámide social, y es la del abuso del que está en desventaja. Un cuento ejemplar, sublevante. No se “victimiza a un cholito” como Ortiz mal entiende. En esta segunda sección, casi finalizando, se destaca las líneas que dedica a Gastón Acurio. Sí, es cierto, se consulta a Acurio, como si fuera el oráculo de Delfos, por diversos temas como la política y la economía, cuando su expertise es la cocina. Acurio de jurado de un concurso literario, es como si se viera a Bryce Echenique, el último de nuestros buenos escritores vivos, preparando una pachamanca. En la tercera sección, dedicada a la literatura, se puede apreciar su interés por Borges en varios post. Textos de coyuntura, de toma de posición frente al racismo o lo que considera el autor es necesario defender (por ejemplo, a su amigo Thays de la horda nacionalista gastronómica que lo quiere ejecutar por confesar que no le gusta la comida peruana), al alimón con relatos de gratos descubrimientos bibliográficos, como el del escritor uruguayo Mario Levrero. Faverón no defrauda; puede caer antipático y pedante de entrada, pero resulta provechoso leerlo.


HECHOS Y OPINIONES ACERCA DE LA MUJER

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