SI HAY UN ESCRITOR que conoce bien Jorge Coaguila, ese es Ribeyro. Su primer libro, Ribeyro. La palabra inmortal (1995) –a la sazón ganador, en el género de reportaje, de los juegos florales en la Facultad de Letras de San Marcos a comienzos de los noventa– da cuenta de ese interés. Coaguila es una especie de Tycho Brahe. En otras palabras, es, como el astrónomo danés, un almacenador de datos listos a la espera de que un Kepler los organice para mostrar la belleza del conjunto. En Ribeyro. La palabra inmortal, Coaguila sorprende a su entrevistado, Julio Ramón Ribeyro, con preguntas rebuscadas, datos escondidos, claro indicador de que lo había leído lo suficiente bien como para plantearle un tête à tête. Con los años, el joven Coaguila desarrollaría su devoción por Ribeyro hasta los límites de la publicación de un libro sobre aquél, Las respuestas del mudo (1998, notablemente ampliado en la segunda edición del 2009), que reúne acertadamente una selección de entrevistas concedidas por el escritor a diferentes medios limeños. Si hay algo que criticarle a Jorge Coaguila, tanto en este como en el volumen dedicado a Vargas Llosa, Mario Vargas Llosa. Entrevistas escogidas (2004, 2010) es la ausencia de un estudio introductorio. Esa ausencia lesiona sus intensiones de convertirse en un biógrafo de ambos escritores. No bastan las notas a pie de página para suplir esa falta. Era necesario que se explayara con una reflexión profunda sobre el quehacer de éstos, amén de los aportes que podía ofrecer si tomamos en cuenta que durante años ha catado y bebido de sus respectivas literaturas (nos viene a la memoria, como ejemplo, el prolijo estudio del profesor Angel Crespo para una edición del Cancionero de Petrarca). No obstante, el esfuerzo de recopilación y selección hecho por Coaguila, es digno de ser destacado. Ha llenado un vacío de investigación y ha ahorrado un precioso tiempo para que otros estudiosos más sagaces se aboquen mejor a la exégesis, si cabe el término, “bio- literaria” de Ribeyro y Vargas Llosa. En estas entrevistas contenidas en Ribeyro. La palabra inmortal –seis en total, más un apéndice de seis cuentos inéditos– el joven Coaguila hace un despliegue de conocimiento de la obra del autor de “Silvio en el rosedal”. Todas –a excepción de la segunda, que se le cae al final– tienen esa marca. Todas, desde diferentes aristas, nos muestran una faceta desconocida del escritor. Por esta razón, este libro y las consiguientes respuestas del “mudo”, son valiosos materiales para quienes buscan acercarse a la vida y obra de Ribeyro, un clásico de la tradición cuentística en nuestro país.
Freddy Molina Casusol
Lima, 22 de octubre de 2011
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