jueves, 27 de octubre de 2011

UNA NOTA SOBRE “AVES SIN NIDO” Y LA NOVELA INDIGENISTA

TODAVÍA NO SE CONOCE el motivo por el cual José Carlos Mariátegui omitió a Clorinda Matto de Turner y su novela Aves sin nido (1889) en su análisis sobre la literatura peruana. Diversas hipótesis se han presentado al respecto para interpretar esta ausencia. Según Fernando Arribas García la novela no calificaba en el rubro indigenista, pues no se acercaba ésta al alma del indio[1]. Tomás Escajadillo, por su parte, piensa que hizo bien el autor de los 7 ensayos en silenciarla “ya que no hubiese podido elogiar su novela: su tipo de enfoque de nuestra literatura no se lo hubiera permitido”. Luego, agrega: “pienso, personalmente, que Mariátegui optó por un cortés silencio”[2]. (Posteriormente, en una labor de salvataje, Escajadillo trata de explicar la actitud de Mariátegui subrayando que si bien es cierto que no la cita, sí le rinde homenaje con motivo de un Congreso en el Cuzco[3]. Pero Francisco Carrillo, uno de los estudiosos más ponderados de la obra de la Matto, como contradiciendo este último aserto, escribe: “Los homenajes de la instituciones femeninas de Lima y del Cuzco, son más bien de carácter humano. El movimiento indigenista, que cobra vigor después de 1920, olvida su labor de iniciadora”[4]. En realidad, la omisión mariateguiana, ha quedado en un misterio apenas descifrable[5]). De otro lado, Julio Rodríguez-Luis, entrando al terreno del análisis de la novela, establece una comparación entre Aves sin nido y la novela costumbrista de Fernán Caballero, aportando datos y señales que podrían orientar ese sentido[6]. Sin embargo, Antonio Cornejo Polar encuentra –sin dejar de lado el influjo costumbrista– que el sistema narrativo de las novelas de Clorinda Matto está inscrito en la novela francesa del siglo XIX, vale decir –glosa Cornejo recordando a Hugo Friedrich– en “la incorporación al universo novelesco del «dominio de la realidad social» (...) y la acción de un «doble proceso de interpretación del mundo», que el novelista escoge para su representación verbal”[7]. Alberto Tauro –“antiguo y fiel comentarista de Clorinda Matto de Turner”[8], al decir de Escajadillo– a su turno alega que Aves sin nido “denuncia la transición hacia el realismo”, sin por ello dejar de consignar el espíritu romántico que envolvía a su autora[9]. Carrillo, terciando en la discusión, en cambio manifiesta la dificultad de clasificarla como naturalista o costumbrista[10]. La propia Matto, para cerrar el debate, dijo de esta su primera novela que era una novela de costumbres[11].

“Si la historia es el espejo donde las generaciones por venir han de contemplar la imagen de las generaciones que fueron, la novela tiene que ser la fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo, con la consiguiente moraleja correctiva para aquéllos y el homenaje de admiración para éstas”[12], dice Clorinda Matto en el prefacio de su novela. Aquí hay una tesis, una manera de encarar la literatura que, a nuestro juicio, colisiona con otra manera de verla como es la de Vargas Llosa. Precisamente es éste quien dedica, en un libro polémico donde hace un balance del indigenismo, unas líneas a la autora de Aves sin nido. “El primer escritor indigenista fue una mujer, enérgica hacendada[13]ella misma y lectora de Émile Zola y de los filósofos positivistas: Clorinda Matto de Turner (1854-1899). Su novela Aves sin nido inauguró una larga sucesión de libros comprometidos en los que se retrata, desde diversos ángulos, la vida campesina, denunciando las injusticias y reivindicando las costumbres y tradiciones indígenas hasta entonces ignoradas por la cultura oficial”[14]. Vargas Llosa dice esto luego de sostener que la literatura en los países de América Latina durante larga data pasaron a ser un sucedáneo de las ciencias sociales, de una visión correcta de la sociedad, de lo moral y éticamente aceptable. Para Vargas Llosa esa es una mirada inapropiada del hacer literario en el que la imaginación y el hechizo –entiéndase como el arte de seducir al lector con las palabras– tienen un lugar preponderante, casi aséptica de su entorno social. En sus ensayos La orgía perpetua. Flaubert y “Madame Bovary”; García Márquez: historia de un deicidio; y La verdad de las mentiras. Ensayos sobre la novela moderna, ha explicado su posición. Su visión de la literatura se acopla a la de Flaubert, Faulkner, a quienes él considera sus maestros. No tiene un anclaje en la tradición literaria nacional. Es el tipo de escritor –como lo ha demostrado con gran talento– que se encierra en su torre de marfil para dar rienda suelta a lo que él suele llamar placenteramente “sus demonios literarios”, recogiendo materiales y perfiles de la realidad; pero que no le significan en modo alguno compromiso con la sociedad. Por lo tanto, el hecho de leer en una novela –aunque sea del siglo pasado– tal declaración de principios, tuvo que haberle provocado algún tipo de reparo. Mario Castro Arenas, al respecto, con buen ojo, ha escrito: “No admite ambigüedades la decisión de Clorinda Matto de Turner en el sentido de emplear la novela, al igual que Aréstegui Cisneros, el mismo Cásos y Mercedes Cabello de Carbonera, como un instrumento al servicio de las reformas sociales”[15]. La Matto, pues, instrumentaliza la novela para hacer un alegato a favor de los indios, tal como lo hubiera esperado de ella su maestro: González Prada[16].

Notas
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[1] "Aves sin nido: ¿novela indigenista?", Fernando Arribas García, en Revista de crítica literaria latinoamericana, Año XVIII, Lima, 2do. semestre de 1991, pp. 63-64.

[2] Ver cita 9b, en La narrativa indigenista peruana, Tomás G. Escajadillo, Amaru Editores, Lima, 1994, pp. 43-44.

[3] Ver Aves sin nido ¿novela indigenista?, Tomás G. Escajadillo, en Socialismo y Participación, Lima, abril de 2003, p. 95.

[4] Clorinda Matto de Turner y su indigenismo literario, Francisco Carrillo, Ediciones de la Biblioteca Universitaria, Lima, 1967, p. 42.

[5] Escajadillo, en un libro de reciente publicación, dice –reiterando su primigenia opinión– que fue una “omisión consciente; no un olvido”. Ver Mariátegui y la literatura peruana, Tomás G. Escajadillo, Amaru Editores, Lima, 2004, p. 178.

[6] Hermenéutica y praxis del indigenismo. La novela indigenista de Clorinda Matto a José María Arguedas, Julio Rodríguez-Luis, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p. 19.

[7] Ver Clorinda Matto de Turner: para una imagen de la novela peruana del siglo XIX, en Clorinda Matto de Turner, novelista. Estudios sobre Aves sin nido, Indole y Herencia, Antonio Cornejo Polar, Lluvia Editores, Lima, 1992, p. 15.

[8] "Aves sin nido ¿novela indigenista?", Tomás G. Escajadillo, p. 80.

[9] Clorinda Matto de Turner y la novela indigenista, Alberto Tauro del Pino, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1976, p. 38.

[10] Clorinda Matto de Turner y su indigenismo literario, Francisco Carrillo, p. 55.

[11] Ver Proemio, en Aves sin nido, Clorinda Matto de Turner, Peisa, Lima, edición noviembre 1986, p. 9.

[12] Ibíd., p. 9.

[13] Clorinda Matto no fue hacendada (la hacienda donde pasó sus primeros años fue legada por su padre a los hijos de su segundo matrimonio) y menos terrateniente como lo ha demostrado Nelson Manrique. Fue acopiadora de lana primero y tras la muerte de su esposo, José Turner, una eficaz empresaria. Ver "Clorinda Matto de Turner y el nacimiento del indigenismo literario (Aves sin nido, cien años después)", Nelson Manrique, en Debate Agrario No. 6, Lima, abril-junio 1989.

[14] Ver La Utopía Arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, Mario Vargas Llosa, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 21.

[15] Ver La novela peruana y la evolución social, Mario Castro Arenas, José Godard Editor, 2da. edición, Lima, s/f, p. 108.

[16] Clorinda Matto de Turner primero fue discípula de Ricardo Palma y luego de González Prada, cuyas posiciones estético-literarias estaban enfrentadas. “Los miembros del Círculo Literario (presidido por González Prada) rechazaban la estética de Palma. Desde su punto de vista literario la literatura debía reflejar acontecimientos históricos en vez de embellecerlos. Los escritores debían volcarse al realismo para atender problemas históricos o políticos concretos.”, anota Kristal. Resulta curioso reconocer en la definición de tradición de Ricardo Palma una identidad de propósitos con Vargas Llosa, y que casi un siglo después desarrollaría éste en su libro de ensayos La verdad de las mentiras. Dice Palma: “La tradición es la fina urdimbre que dio vida a las bellísimas mentiras de la novela histórica cultivada por Walter Scott en Inglaterra, por Alejandro Dumas en Francia y por Fernández González en España.” Posición que a más no poder se asemeja, como dos gotas de agua lo pueden ser, a las de Vargas Llosa, admirador de Tirant lo Blanc y las novelas de caballería. Ver Una visión urbana de los Andes, Génesis y desarrollo del indigenismo en el Perú 1848-1930, Efraín Kristal, Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1991, pp. 125-126.

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