jueves, 8 de agosto de 2013

UNA PASIÓN ARROLLADORA, LAS CARTAS DE MANUELITA SÁENZ Y SIMÓN BOLÍVAR

SABÍA, por múltiples referencias históricas, del amor existente entre Manuelita Sáenz y el Libertador Simón Bolívar, pero no ha sido hasta ahora, cuando he tenido sus cartas entre mis manos, que he podido aquilatar la pasión arrolladora que vivieron ambos personajes, todo esto en el marco de la revolución independentista americana.

Una mujer brava

Manuelita Sáenz, la quiteña que domesticó el corazón del Libertador, la amante que traspiraba en la piel de Bolívar, era una mujer brava. Eso el mismo libertador lo cuenta en un testimonio recogido por su secretario Perú de Lacroix cuando, en alguna oportunidad, ella halló la prueba de su infidelidad: «Ella encontró un arete de filigrana debajo de las sábanas, y fue un verdadero infierno. Me atacó como un ocelote, por todos los flancos; me arañó el rostro y el pecho, me mordió fieramente las orejas y el pecho, y casi me mutila. Yo no atinaba cuál era la causa o argumentos de su odio en esos momentos y, porfiadamente, me laceraba con esos dientes que yo también odiaba en esa ocasión. Pero tenía ella razón: yo había faltado a la fidelidad jurada, y merecía castigo. Me calmé y relajé mis ánimos y cuando se dio cuenta de que yo no oponía resistencia, se levantó pálida, sudorosa, con la boca ensangrentada y mirándome me dijo: “¡Ninguna, oiga bien eso señor, que para eso tiene oídos: ninguna perra va a volver a dormir con usted en mi cama (enseñándome el arete)! No porque usted lo admita, tampoco porque se lo ofrezcan. Se vistió y se fue.”»

Así era Manuelita de posesiva con el objeto de su deseo.

La bella y el señor 

“Mi bella Manuelita”, “Mi adorada”, “Mi benevolente y hermosa”, así adornaba el Libertador los encabezados de sus cartas a la Sáenz. Ella, por su parte, le respondía con un formal “Muy señor mío” o “Simón, mi hombre amado”.

Se escribían desde distantes lugares. Chuquisaca, Huamachuco, Huaraz, Huancayo, Pucará, Cusco, Potosí, Lima, Arequipa y Bogotá, fueron testigos de esa pasión desbordada. Mentalmente vivían encadenados uno al otro. Y cada sablazo por la liberación de América (Bolívar la nombró Capitán de Húsares y luego, a pedido de José Antonio de Sucre, Coronel) era, literalmente, un sablazo de amor que compartían luego ellos en la cama.

Pero, ¿cómo se conocieron? En su diario la propia Manuelita Sáenz lo evoca. Fue un 16 de junio del año 1822, en la ciudad de Quito, ciudad en la que el Libertador hizo una entrada triunfal. La Sáenz ese día, cuenta, que en un arranque de emoción arrojó un ramo de flores, con la intención de que cayera al frente del caballo de Bolívar; pero la fortuna hizo que golpeara el pecho de este. Él, en lugar de molestarse, fijó la vista en ella y la saludó con el sombrero pavonado que tenía en la mano, provocando la envidia de todos los presentes, entre estos sus familiares y amigos. Esa noche, en un baile que se dio en su honor, y al cual ella había asistido, él la reconoció y le dijo: “Mi estimada señora, ¡Si es usted la bella dama que ha incendiado mi corazón al tocar mi pecho con su corona! Si todos mis soldados tuvieran su puntería, yo habría ganado todas las batallas”. Toda la galantería de Bolívar estuvo condensada en ese cumplido.

Por supuesto, Manuela quedó prendada de él y ató su destino con la causa de América que enarbolaba Bolívar.

Amiga, compañera y amante 

Manuelita Sáenz, a partir de entonces, fue su amiga, su compañera y su amante. Secundaba los más caros proyectos de Bolívar en tierras americanas y lo protegía de la perfidia de sus adversarios. Uno de ellos, para la Sáenz, fue Francisco de Paula Santander, a quien señaló como el jefe de una conspiración para acabar con la vida del Libertador.

Pero, ¿qué fue ella para Bolívar? La propia Manuelita lo cuenta: “Un amigo muy querido me preguntó qué había sido yo para el Libertador: ¿una amiga? Lo fui como la que más, con veneración, con mi vida misma. ¿Una amante? Él lo merecía y yo lo deseaba y con más ardor, ansiedad y descaro que cualquier mujer adore a un hombre como él. ¿Una compañera? Yo estaba cerca de él, apoyando sus ideas y decisiones y desvelos, más, mucho más que sus oficiales y sus raudos lanceros”.

Estas cartas de amor entre Manuelita y Simón nos develan este misterio. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y la Editorial El perro y la rana han tenido a bien lanzar una edición extraordinaria de medio millón de ejemplares de Las más hermosas cartas de amor entre Manuela y Simón (2010), uno de los cuales ha llegado, viajando de aquí a allá y yendo, con seguridad, de dueño en dueño, a un puesto de libros viejos en el centro de Lima, donde lo hemos adquirido. Un feliz acontecimiento que ahora como devoto lector de este epistolario deseo celebrar.

Freddy Molina Casusol
Lima, 8 de agosto del 2013

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