Una mujer brava
Manuelita Sáenz, la quiteña que domesticó el
corazón del Libertador, la amante que traspiraba en la piel de Bolívar, era una
mujer brava. Eso el mismo libertador lo cuenta en un testimonio recogido por su
secretario Perú de Lacroix cuando, en alguna oportunidad, ella halló la prueba
de su infidelidad: «Ella encontró un arete de filigrana debajo de las sábanas,
y fue un verdadero infierno. Me atacó como un ocelote, por todos los flancos;
me arañó el rostro y el pecho, me mordió fieramente las orejas y el pecho, y
casi me mutila. Yo no atinaba cuál era la causa o argumentos de su odio en esos
momentos y, porfiadamente, me laceraba con esos dientes que yo también odiaba
en esa ocasión. Pero tenía ella razón: yo había faltado a la fidelidad jurada,
y merecía castigo. Me calmé y relajé mis ánimos y cuando se dio cuenta de que
yo no oponía resistencia, se levantó pálida, sudorosa, con la boca
ensangrentada y mirándome me dijo: “¡Ninguna, oiga bien eso señor, que para eso
tiene oídos: ninguna perra va a volver a dormir con usted en mi cama
(enseñándome el arete)! No porque usted lo admita, tampoco porque se lo
ofrezcan. Se vistió y se fue.”»
Así era Manuelita de posesiva con el objeto de su
deseo.
La bella y el señor
“Mi bella Manuelita”, “Mi adorada”, “Mi
benevolente y hermosa”, así adornaba el Libertador los encabezados de sus
cartas a la Sáenz. Ella, por su parte, le respondía con un formal “Muy señor
mío” o “Simón, mi hombre amado”.
Se escribían desde distantes lugares. Chuquisaca,
Huamachuco, Huaraz, Huancayo, Pucará, Cusco, Potosí, Lima, Arequipa y Bogotá,
fueron testigos de esa pasión desbordada. Mentalmente vivían encadenados uno al
otro. Y cada sablazo por la liberación de América (Bolívar la nombró Capitán de
Húsares y luego, a pedido de José Antonio de Sucre, Coronel) era, literalmente,
un sablazo de amor que compartían luego ellos en la cama.
Pero, ¿cómo se conocieron? En su diario la propia
Manuelita Sáenz lo evoca. Fue un 16 de junio del año 1822, en la ciudad de
Quito, ciudad en la que el Libertador hizo una entrada triunfal. La Sáenz ese
día, cuenta, que en un arranque de emoción arrojó un ramo de flores, con la
intención de que cayera al frente del caballo de Bolívar; pero la fortuna hizo
que golpeara el pecho de este. Él, en lugar de molestarse, fijó la vista en
ella y la saludó con el sombrero pavonado que tenía en la mano, provocando la
envidia de todos los presentes, entre estos sus familiares y amigos. Esa noche,
en un baile que se dio en su honor, y al cual ella había asistido, él la
reconoció y le dijo: “Mi estimada señora, ¡Si es usted la bella dama que ha
incendiado mi corazón al tocar mi pecho con su corona! Si todos mis soldados
tuvieran su puntería, yo habría ganado todas las batallas”. Toda la galantería
de Bolívar estuvo condensada en ese cumplido.
Por supuesto, Manuela quedó prendada de él y ató
su destino con la causa de América que enarbolaba Bolívar.
Amiga, compañera y amante
Manuelita Sáenz, a partir de entonces, fue su
amiga, su compañera y su amante. Secundaba los más caros proyectos de Bolívar
en tierras americanas y lo protegía de la perfidia de sus adversarios. Uno de
ellos, para la Sáenz, fue Francisco de Paula Santander, a quien señaló como el
jefe de una conspiración para acabar con la vida del Libertador.
Pero, ¿qué fue ella para Bolívar? La propia
Manuelita lo cuenta: “Un amigo muy querido me preguntó qué había sido yo para
el Libertador: ¿una amiga? Lo fui como la que más, con veneración, con mi vida
misma. ¿Una amante? Él lo merecía y yo lo deseaba y con más ardor, ansiedad y
descaro que cualquier mujer adore a un hombre como él. ¿Una compañera? Yo
estaba cerca de él, apoyando sus ideas y decisiones y desvelos, más, mucho más
que sus oficiales y sus raudos lanceros”.
Estas cartas de amor entre Manuelita y Simón nos
develan este misterio. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y
la Editorial El perro y la rana han tenido a bien lanzar una edición
extraordinaria de medio millón de ejemplares de Las más hermosas cartas de amor entre Manuela y Simón (2010), uno de los cuales ha llegado, viajando de aquí
a allá y yendo, con seguridad, de dueño en dueño, a un puesto de libros viejos
en el centro de Lima, donde lo hemos adquirido. Un feliz acontecimiento que
ahora como devoto lector de este epistolario deseo celebrar.
Freddy
Molina Casusol
Lima, 8 de agosto del 2013
jueves, 8 de agosto de 2013
UNA PASIÓN ARROLLADORA, LAS CARTAS DE MANUELITA SÁENZ Y SIMÓN BOLÍVAR
SABÍA, por múltiples referencias
históricas, del amor existente entre Manuelita Sáenz y el Libertador Simón
Bolívar, pero no ha sido hasta ahora, cuando he tenido sus cartas entre mis
manos, que he podido aquilatar la pasión arrolladora que vivieron ambos
personajes, todo esto en el marco de la revolución independentista americana.
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