UNO puede confrontar
con su Biblia y preguntar, por ejemplo: ¿Tuvo Jesús hermanos? La respuesta en
dos de las versiones más concurridas del libro sagrado del cristianismo –la de
los Testigos de Jehová y la de Jerusalén– es la misma: sí, los tuvo. Dicho de
otra forma: ¿Fue Jesús hijo único de María? Robert Ambelain, muy avisado, cruza
versículos de la Biblia (Marcos 3, 31-35; Lucas 8, 19-21 y Juan 7, 5) y
demuestra que Jesucristo no llegó al mundo solo, es decir que María, su madre,
“conoció hombre” y le dio hermanos. En los citados versículos inequívocamente
se habla de hermanos –el Diccionario de
la Biblia de Browning trata de salvar la situación al anotar, aludiendo a
la traducción de las Santas Escrituras del hebreo al griego, que se podían
considerar “primos”[1]–.
Claro, esto, ni remotamente lo va admitir una persona dominada por la fe.
¿Acaso no nos han enseñado que Jesús fue hijo de Dios, concebido en una virgen
por el Espíritu Santo? Y siendo esto así, ¿un hombre podría “conocer” a
la madre de Jesús, luego de que el cuerpo de esta ha sido tocado por el
Espíritu Santo?
Pero hay más
revelaciones. Pregunta: ¿Quién fue el que entregó a Jesús a los
romanos por treinta monedas? Todos lo sabemos, Judas Iscariote. ¿Y quién fue su
padre? Lo dice la Biblia: Judas era hijo de Simón Iscariote (Juan 6, 70). Ahora
bien, Ambelain, convocando al historiador Flavio Josefo –en La guerra de los
judíos y Antigüedades judías–, recuerda que la palabra zelote, “era utilizada para
designar a los sicarios, terroristas judíos armados de la sica, puñal curvo con
el que destripaban a sus adversarios”. No era, pues, como se ha argüido, que el
patronímico de Judas se debía a que era originario de un pueblo llamado Khariot[2]. Este
Simón Iscariote –como hemos visto, viene de sica–, en una cuidosa
interpretación de los versículos bíblicos hecha por Ambelain en su estudio,
vendría a ser hermano de Jesús. Y aquí viene la sorpresa. Si el tal Simón era
hermano de Jesús, y este tenía como hijo a Judas, ¿quién entonces entregó al
Mesías a los romanos? Su sobrino; Judas, el traidor, habría sido su sobrino.
Llama la
atención que Ambelain no figure en las bibliografías sobre Jesús y la familia
sagrada aparecidas durante los últimos decenios, a pesar de ser un precursor,
entre otros, de estos estudios. No aparece mencionado ni una sola vez en El enigma sagrado, El legado mesiánico y La
conspiración del mar muerto de los autores M. Baigent, R. Leigh y H.
Lincoln. ¿Cómo se explica esta omisión de un autor cuyos libros Jesús o el secreto mortal de los templarios,
Los secretos del Gólgota y El hombre que creó a Jesucristo
cuestionan una verdad establecida en el cristianismo y fueron tan best-sellers
como los anteriores? ¿Celos? Alguien que conoce de estos temas me cuenta que
esta postergación se debería a que Ambelain fue masón y que debido al contenido
de sus investigaciones fue convenientemente silenciado. De cualquier forma,
comparando ambas trilogías –la de los autores arriba citados y la de Ambelain–,
las de este último salen ganando en cuanto a profundidad en el análisis y la meticulosidad
en el cruce de información, deudoras ambas de la formación como historiador del
autor. Aunque no se niega la calidad de los primeros, lo que hace Ambelain es
confrontar fuentes oficiales y antiguas, haciéndolas “hablar” aprovechando sus penetrantes
conocimientos en lenguas como el hebreo y el griego. Ambelain, pues, escribe su
versión analítica de los textos del cristianismo con guantes de hielo, como por
allí alguien sugirió se debía escribir la historia.
El libro de
Ambelain, por otra parte, tiene varias interpretaciones que no pueden gustar al
hombre de fe. Por ejemplo, la famosa expresión “Hijo del Hombre” pronunciada
por Jesús, según este autor, en un cotejo de la traducción del hebreo y el
griego, escondería, encriptado, el nombre del causante de su paso por la tierra.
Dejemos hablar a Ambelain sobre este punto crucial de su investigación: “Observaremos
también que con frecuencia Jesús se hace llamar ‘hijo del hombre’. ¿Qué quiere
decir con esto? Aquí abajo todos somos hijos del hombre. Es decir que, en
hebreo bar-aisch no significa nada.
Pero afortunadamente existe un vocablo para designar al hombre. El antiguo
germánico conoce la palabra bar, que
significa hombre libre, y ese término
dio lugar a barón. El hebreo posee la
palabra geber, que significa lo
mismo, pero que tiene, además, el sentido de héroe. Por lo tanto, si traducimos,
‘hijo del hombre”, no por bar-aisch, sino por bar-geber, tenemos ‘hijo del
hombre libre’, o ‘hijo del héroe’, características todas que se acomodan
perfectamente a Judas de Gamala, ‘héroe del censo’, el hombre que llamó a Israel
a la insurrección en nombre de Yavé…”
¿Y quién era
este Judas de Gamala?
Ambelain da la
respuesta en el texto: el padre de Jesús. Así lo dice: “Así pues, sería el ‘Héroe
de Dios’ (Geber-ael) el que fecundaría a la joven virgen llamada María, pero en
realidad no se trataría de un puro espíritu (porque Gabriel, arcángel,
significa asimismo ‘héroe de Dios’), sino de un héroe en tres dimensiones, de
un hombre en el sentido completo del término.”
De esta manera, sustenta lo que
expone en las primeras líneas de su libro: “La hipótesis de que Jesús era hijo
de Judas el Galileo (Hechos, 5, 37), alías Judas de Gamala, o Judas el
Galaunita, el héroe judío de la revolución del Censo, no es nueva. Ya resultaba
molesta en los primeros siglos del cristianismo….”[3]
Sería extenso
presentar todo lo que muestra Robert Ambelain en su explosivo trabajo (invitamos
al lector, al respecto, a abrir su Biblia en Lucas, 19: 27-28, hecho notar por
este). Nos hemos limitado a unos cuantos ejemplos. El lector debe juzgar por sí
mismo (el libro circula libremente por la red). Lo
que sí queda claro, es que Ambelain procede con honradez, vuelve de carne y
hueso a un hombre desencarnado por los siglos en su análisis hermenéutico, y
utiliza la lógica para hacerlo. Sin embargo, esto que puede ser entendido como
una herejía, debe ser tomado como un reto para el creyente. Hay libros en la
Biblia, como los salmos y proverbios, que son un bálsamo para el espíritu. En
ese sentido se debe entender el mensaje de Cristo, y no en su historicidad,
para no dejarse arrastrar por aguas torrentosas.
Freddy Molina
Casusol
Lima, 19 de setiembre de 2016
[1] Ver entrada
‘María, la madre de Jesús’, en Diccionario
de la Biblia, W.R.F. Browning, RBA, 2009. p. 301.
[2] El Diccionario
de la Biblia de Browning admite la posibilidad que “su sobrenombre pueda
derivar del griego sikarios (=asesino)”, sin descartar que signifique ‘hombre
de Kariot’. Ibíd., p. 264.
[3] La explicación de
Joseph Ratzinger, intelectual de la Iglesia Católica y antecesor del actual
papa Francisco, sobre esta misteriosa expresión, se puede tomar como referencia
para tener una idea hasta donde han llevado los exegetas su interpretación. Ver
Jesús de Nazareth, Joseph Ratzinger,
Planeta, 2007, pp. 373-388.
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