HACE cinco
años, en una entrevista que concedió al diario Gestión (12/04/14),
“Julito”, el hijo de Julio Ramón Ribeyro, reveló que en el caso de su padre
“nadie hace mención de su pasión por el cine y (que esta) era una pasión muy
clara”. El poeta Paco Bendezú, para confirmar lo dicho por “Julito”, evocó para
el libro de Ángel Esteban, El flaco Julio y el escribidor (Lima, 2016), los tiempos en que compartía
con Ribeyro caminatas en París: “Íbamos mucho al cine y al teatro, la
cinemateca tenía cine de todos los países, a Julio le interesaba más el (cine)
europeo que el americano. Vimos todo Buñuel, por ejemplo…” (p. 349). Ribeyro,
de acuerdo a Bendezú, se habría, pues, interesado en filmes de Luis Buñuel como El perro andaluz (1929).
“Julito”
contaba también en una entrevista que le hizo Jorge Coaguila en la Casa
de la Literatura el 14 de diciembre pasado, que su padre lo llevaba al cine
de barrio y que mucha de la afición que tiene él por el séptimo arte, se debe a
“esos momentos que pasábamos viendo películas viejas en esos cines”,
corroborando lo señalado anteriormente en Gestión cuando
confesó que Ribeyro le hizo conocer el cine de Fellini, así como el cine
francés e italiano.
Como se
sabe el hijo de Ribeyro es realizador cinematográfico en Europa. Para
fortalecer esa vocación su padre, Julio Ramón, tuvo la intención de hacerlo
estudiar en Cuba, pero su madre se opuso y lo mandó a estudiar a Londres, como
recordó en esa conversación con Coaguila.
Por otra
parte, cuatro años de morir, en 1990, Julio Ramón Ribeyro tuvo la satisfacción
de ver uno de sus cuentos más reconocidos, “Los gallinazos sin plumas”,
trasladado al cine por Francisco Lombardi, quien lo incluyó dentro de uno de
los capítulos de su film Caídos del cielo.
Un año antes, en 1989, el cineasta cusqueño Federico García Hurtado estrena en
las salas de la capital La manzanita del
diablo, que tuvo en su reparto a actores como Tania Helfgott y Antonio
Arrue, tomando una idea suya de base. Tres años después, en 1992, y dos antes
de que partiera Ribeyro, el cortometraje de Gerardo Herrera, Ni contigo ni sin ti,
adaptado de un cuento de Ribeyro, “Tristes querellas en la vieja quinta”, tuvo
el honor de ser nominado al prestigioso premio cinematográfico Goya de ese año
en España.
Ribeyro no ha tenido la suerte que han tenido Arguedas (Luis Figueroa) y Vargas Llosa (Lombardi) de tener un cineasta que lleve al ecran lo mejor de su mundo cuentístico. Esta es aún una deuda pendiente por saldar entre nuestros cineastas nacionales. Esperemos que lo hagan pronto.
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