Mal hecho, Mayta, muy mal hecho. ¿Por qué se dejaba ganar siempre por el mal
humor y la impaciencia cuando se hablaba de los intelectuales? ¿Qué otra cosa
había sido León Davidovich? Lo había sido, y genial, y Vladimiro Ilich también.
(Historia.., p. 28)
que repite con tono irónico el escritor en sus memorias:
Los trotskistas de San Marcos no eran en ese momento más de media docena,
congregados en torno a quien creíamos su ideólogo: Aníbal Quijano. El futuro
sociólogo peroraba cada mañana en el patio de Letras, con palabra fluida y
datos abrumadores, sobre los avances de los partidarios de León Davídovich en
la propia Unión Soviética. “Tenemos veintidós mil camaradas trotskistas dentro
de las fuerzas armadas soviéticas”, le oí anunciar, con sonrisa triunfante, en
una de sus peroratas” (El pez en el agua, p. 243).
Burla que se puede rastrear en un artículo escrito en 1991 sobre los pacifistas
británicos:
Fui a curiosear y ahí estaban, redivivas, algunas caras de los sesenta, como
la del aristócrata Tony Benn, la de Vanessa Redgrave y la de un irredento amigo
trotskista a quien no veía hacía veinte años. Le pregunté qué opinaba de los
trastornos en la URSS y los países del Este y me respondió, con un brillo
tierno en los ojos cansados: “Que ha llegado la hora de León Davidovich” (“Los
pacifistas”, en Desafíos a la Libertad, p. 34).
Pero no solamente en Quijano
habría recaído el peso de darle espesor al personaje, sino que Mayta también
recogería reminiscencias de un militante de izquierda, a quien Vargas Llosa ha
“acusado” de haberle quitado la enamorada: Félix Arias Schreiber.
Arias Schreiber aparece disfrazado en la novela Conversación en la Catedral como Jacobo, el marxista ortodoxo que planea en la oscuridad la separación del trío de amigos de la célula partidaria, integrada, además de él, por Santiago Zavala (Vargas Llosa) y Aída (Lea Barba). ¿El propósito? Quedarse con la manzana de la discordia, Lea Barba. La imagen de Schreiber “suave y conspirativa, con la misma modestia y abandono en el atuendo y la misma acuciosidad a la hora de preguntar, la siempre excluyente perspectiva política a flor de labios y escribiendo para un periodiquito tan marginal y precario como el que sacábamos en San Marcos”[vi], es equiparable de varias maneras a la descripción que hace el novelista de Mayta en Historia:
De las vagas impresiones que me dejaban de él esas rápidas entrevistas que
teníamos a lo largo de los años, una de las más rotundas que guardo es la
frugalidad que emanaba de su persona, de su atuendo, de sus gustos. (Historia,
p. 24).
Para confirmarla, veamos a Vargas Llosa en El pez en agua, evocando
a Lea y Arias Schreiber:
Mientras viví en Europa, apenas supe de ellos. Que se habían casado y tenido
hijos, que ambos, o por lo menos Félix, había seguido la fracturada trayectoria
de tantos militantes de su generación, yéndose y regresando al partido,
liderando o sufriendo las divisiones, fracciones, reconciliaciones y nuevas
divisiones de los comunistas peruanos en las décadas de los cincuenta y los
sesenta. (El pez…, pp. 248-249).
Imagen que, curiosamente, presenta fuertes semejanzas con el personaje creado
por el escritor en Historia:
Mayta era un revolucionario de la sombra. Se había pasado la vida
conspirando y peleando en grupitos ínfimos como aquel en el que militó (Historia,
p. 77).
Debemos subrayar, por último, que en el caso de Schreiber no hay un deliberado
ajuste de cuentas como sí ocurre con Ortega o con Ernesto Cardenal[vii].
Como contrapunto a lo anterior, se puede mencionar además la complacencia del escritor peruano en colocar antiguos amigos como personajes de sus novelas. Este es el caso de Javier Silva Ruete –el “Javier” de La Tía Julia y el escribidor–, antípoda literario de Enrique Chirinos Soto, vivamente retratado en La Fiesta del Chivo en la figura de Henry Chirinos, y suma perfeccionada del difícil arte de la venganza en Vargas Llosa.
Freddy Molina
Casusol
Diciembre del 2000
Crédito de la foto de Felix Arias Schereiber y Lea Barba:
http://librosyrecuerdos.blogspot.com/2010/01/historia-de-mayta-o-el-dificil-arte-de.html
[i] Ricardo Letts, legendario dirigente de la izquierda peruana, fue quien presentó a Vargas Llosa al personaje real que inspiró al Mayta de Historia, y uno de los que recibió los mayores espolonazos del escritor en sus memorias. Ver El pez en el agua, Seix Barral-Biblioteca Breve, 1993, p. 419, y "El joven Vargas Llosa", Silvia Rojas, en La República, 9 de mayo de 1997, p. 20.
[ii] Ver La Generación del 50: un mundo dividido, Ediciones sétimo ensayo, 1988, p. 157. Ver también los artículos: "El ande en llamas", Dante Castro, en Suplemento Unicornio de Cambio, 7 de mayo de 1990, pp. 12-13; e "Historia de Mayta: la novela y los críticos", Birger Angvik, en Hueso Húmero No. 25, pp. 111-119.
[iii] Ver el prólogo de La Divina Comedía, introducción y cronología Vintila Horia (Editorial EDAF, Madrid, España), donde se habla del tema de la venganza en Dante.
[iv] Vargas Llosa a mediados de los ochenta reclamaba para sí la calificación de pragmático alabando el sentido común de los británicos, quienes lo elevaron a categoría de filosofía política. Ver "Una cabeza fría en el incendio" en Contra viento y marea (III) (1964-1988), Seix Barral-Biblioteca Breve, 1era. edición, marzo de 1998; y las entrevistas "Ahora soy un pragmático", en El Nacional, 2 de noviembre de 1985, y "Soy pragmático, no ideológico", en El Observador, 23 de octubre de 1981.
[v] Revisando materiales para apuntalar esta tesis encontramos que el crítico peruano Miguel Gutiérrez ya había desarrollado un similar planteamiento: “El más alto ejemplo de la literatura como venganza o arreglo de cuentas con el mundo, su ciudad natal y los hombres de su tiempo es, sin duda, Dante. En parte VLl utiliza la novela como instrumento de venganza o de arreglo de cuentas, aunque esto no le confiera sosiego y liberación, sino gratificaciones sadomasoquistas”. Ver La Generación del 50: un mundo dividido, p. 158.
[vi] El pez en el agua, p. 249.
[vii] Con Cardenal, Vargas Llosa no tuvo ninguna concesión y su retrato va en proporción directa a la animadversión extrema que éste incubó en los años setenta y ochenta respecto a sus colegas de izquierda. Ver la serie de artículos publicados en Caretas bajo el título "El intelectual barato", reeditados en Contra viento y marea (1962-1982), Seix Barral-Biblioteca Breve, 1era. Edición, noviembre de 1983. Y más acerca de Cardenal, en Sobre la vida y la política: Diálogo con Vargas Llosa, Ricardo A. Setti, Editorial Kosmos, mayo de 1989.
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