sábado, 1 de noviembre de 2008

LA ERA DE LA IMAGEN: la crisis de la prensa escrita

Vivimos la era de la imagen[1]. El homo sapiens prácticamente ha sido desplazado por el homo videns[2]. La cultura escrita ha sido acorralada por la cultura de la imagen. Sartori, ya lo había predicho años atrás: el hombre escolástico de la antigüedad, que había visto nacer la era de Gutenberg, está siendo fagocitado por su alter ego, el hombre que traduce los conceptos en imágenes. Cuando uno va al cine, por excelencia el medio audiovisual, después de la televisión, que ha tenido mayor éxito en la industrial cultural moderna, puede comprobar lo anterior al ver cómo el lenguaje de la imagen se ha superpuesto sobre el guión, el texto escrito. Es más, la preocupación ha girado en reproducir la simultaneidad del mundo de ahora en las acciones en paralelo, en una especie de fragmentación del discurso visual. Es así como se puede apreciar Hulk, un film del realizador Ang Lee, donde el diálogo con el espectador es provocado por las imágenes viñeteadas que aparecen en la pantalla simulando la temporalidad múltiple del comic. Y es así como también se rinde pleitesía a la imagen, al establecer su primacía sobre lo escrito. De igual forma, en los diarios impresos, la fotografía que ocupa grandes espacios en las portadas, dando a conocer la subordinación de la escritura a la imagen, es otro buen ejemplo de lo anterior. Pero fue la televisión, la que comenzó todo este proceso que ha desembocado en esta edad dorada del multimedia, donde la imagen, lo escrito y lo escuchado se han fusionado, en lo que se ha dado a llamar una nueva revolución de las comunicaciones, tan similar como antaño lo fue la Revolución Industrial. La televisión hizo que el hombre se desciñera de conceptos abstractos y “pensara” en imágenes. Así lo ha dicho Sartori, y no hay motivos razonables para pensar lo contrario. El hombre, el homo sapiens, quien capturó la palabra para, a través de significados y significantes, dar a luz su pensamiento en signos, símbolos y formas escritas, se vio de pronto desafiado –quizás lo propio sea decir intimidado–, por la imagen que traía en sus hombros el homo videns. En vano, no ha sentenciado éste, en la cima pletórica de su reinado, que “una imagen vale más que mil palabras”. La sola presencia de la televisión, posteriormente, ha generado dos nuevas comprensiones del mundo cultural en la actualidad: la de la cultura escrita y la de la cultura audiovisual. Esto último, en las cinco décadas de su dominio, ha impactado enormemente en generaciones de personas de todas partes del mundo, quienes ya no pueden “digerir”, por decir, un texto periodístico si no va, por lo menos, acompañado de una foto que lo obligue ya no a “imaginar” un acontecimiento, sino ayudarlo a “ver” un hecho noticioso. Han quedado descartado de su imaginario los largos párrafos a varias columnas, que presentaban un acontecimiento con apenas o una nula disposición visual. Esto se debe a que la cultura de la imagen ha reconfigurado los hábitos mentales del homo sapiens. Los avances tecnológicos, de otro lado, han potenciado de forma exponencial lo que Marshall Mc Luhan había visto en los mass media: como extensiones de los sentidos del hombre. Mc Luhan, un visionario para su época, había vislumbrado el advenimiento de la era de la imagen, pero se detuvo en la televisión; prefirió atender las implicaciones de la electricidad en el telégrafo, el teléfono, la televisión y por supuesto, el ordenador . Todavía en su época, el ordenador era un armatoste de cientos de kilos de peso que ocupaba prácticamente un cuarto y era accionado por cantidad de tubos incandescentes y tarjetas agujereadas colocadas a voluntad por el usuario. No pudo imaginar lo que varías décadas después iba a significar éste, con la aparición de la Internet, en la vida del hombre.


La revolución de las comunicaciones
El mundo ya no se puede entender sin la Internet. La aldea global que había visto Mc Luhan ya es un hecho. La internet es el campo de acción del homo videns. El homo videns interactúa con otros de su especie en el ciberespacio, a través del ordenador, desde el cual, y desde cualquier parte del planeta, se conecta a la red. El competidor del homo sapiens ha retomado, pues, el camino nómade de su primer antecesor, el homo erectus, desplazándose a grandes distancias virtuales, y también geográficas, confirmando lo que decía Alvin Tofler en La Tercera Ola: la transitoriedad de las relaciones sociales del hombre del futuro. Este movimiento incesante del homo videns, obviamente alentado por la sociedad moderna, ha tenido consecuencias visibles en el consumo de los mass media, especialmente los escritos. Leo Bogart, un investigador dedicado a estos temas[3], ha detectado que este tipo de migraciones del homo videns, es uno de los factores que explican la perdida de lectores en la prensa escrita. El otro elemento, y el más importante, es la presencia de la televisión en la vida cotidiana de la gente, promoviendo la cultura de la imagen, la cual ha incidido durante decenios en la manera de leer los diarios de ahora. Por otra parte, la revolución de los multimedia ha hecho estallar ciertos paradigmas teóricos que estuvieron de boga en la década de los setenta en la reflexión de los mass media. La teoría de la aguja hipodérmica ha tenido que batirse en retirada, al comprobar que el nuevo hombre del futuro –es decir, el homo videns–, es casi inmune al bombardeo de la información que pretende inocularle ideas o modas pasajeras. Ya no es un ente pasivo que recepciona sin mayor discusión éstas, sino que las confronta y resemantiza en los foros de la Internet. El homo videns, con la ayuda de su ordenador conectado a la red, sabe discernir la información buena de la mala o interesada y es difícil engañarle. Es más, exigido por las relaciones de transitoriedad de su entorno y de los volúmenes de información que le es ofrecido, ha tenido que armar estrategias para acceder a ella con mayor rapidez. Se las ha ingeniado para hiperfragmentar la información, “trozarla” para “digerirla” mejor y sin perdida de tiempo. En ese sentido, le está ganando la batalla al homo sapiens, afincado en la cultura escrita, quien ve que sus seguros reductos, como el libro y los diarios impresos, comienzan a tambalearse, obligándolo a replantear sus ideas si desea sobrevivir. Y se ha dicho de él –del homo videns–, y de la cultura que profesa, que su esencia es democrática porque cualquiera puede acceder a sus productos; a diferencia de lo que ocurre con el homo sapiens, quien es acusado de elitista porque se cierra alrededor de su producción impresa, la cual es vista como de difícil acceso para el inubicuo hombre-masa.


La cultura escrita amenazada

En esta colisión entre el homo videns y el homo sapiens se ha puesto en tela de juicio la pertinencia del libro, producto cultural por excelencia en el desarrollo evolutivo del segundo de los homos mencionados. Se ha profetizado su pronta extinción, como al igual que otros medios impresos, que ya están sufriendo el avatar de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que están moldeando las nuevas maneras de ver y escuchar en la naciente sociedad de la información. Ésta, en su avance incesante, ha dado acceso a millones de cibernautas de casi todo el conocimiento producido por los seres humanos, convirtiendo la Internet en la nueva biblioteca de Alejandría. Es decir, una revolución de la magnitud que tuvo la Reforma de Lutero, quien puso en las manos del lego las páginas de la Biblia. Lo digital, en este avance, ha desplazado lo analógico y lo visual ha puesto en cuestión lo escrito. Lo cual ha obligado que la prensa de papel reformule sus estrategias y permita el paso de su prima hermana: la prensa digital, de la cual se ha prestado ideas que ha puesto en práctica en sus ediciones impresas. Las dos han empezado a rivalizar por el favor del lector y las dos compiten en la transmisión de información, siendo la segunda la más favorecida por tener como aliado la Internet, que le proporciona velocidad en tiempo real. Umberto Eco, un conocedor de los mass media desde los tiempos de los “apocalípticos e integrados”, y otros han salido al frente para decir que la tradición escrita representada por el libro se va a mantener porque resulta imprescindible para el lector del pasado y del futuro, la presencia física, y no la descargada de una web, del libro. Lo cual nos dice que la sensación hedonista de palpar el libro como una necesidad íntima de su existencia, difícilmente podrá ser suplida por los bytes emanados de las URL o los protocolos electrónicos de las http://. Sensación que se puede hacer extensiva a la prensa de papel, medio masivo por excelencia del homo sapiens, que ha sabido resistir con singular éxito las embestidas de la televisión y otros medios catalogados alternativamente como “fríos” o “calientes por Mc Luhan: la radio y el cine, entre otros. Pero que ahora está sucumbiendo con el desarrollo en progresión geométrica de la Internet y las nuevas tecnologías, que han hecho que el ordenador, la cámara fotográfica y el vídeo sean de acceso masivo a la población. A esto se ha llamado decir, por los expertos de los media, una “crisis” porque, al tener el hombre-masa acceso democrático a la tecnología de la información, ha cuestionado la existencia del periodista y el fotógrafo, quienes ven sus puestos peligrar al ver cómo el homo videns convertido en blogger lanza información al ciberespacio y al ciudadano de a pie convertido en fotógrafo, capturando imágenes de un hecho noticioso con su cámara-celular. La cultura escrita está, pues, en peligro. Amenazada con ser encerrada en un chip de última generación o en la USB de un estudiante universitario, apenas atina a conciliar con la cultura de la imagen cediéndole espacios que antes eran casi de su exclusivo dominio, como la prensa de masas.


La prensa de masas

La prensa de masas es hija de la Galaxia de Gutenberg. Pero ahora se encuentra en retirada. Incluso, algunos agoreros de los media, han adelantado su desaparición dentro de unos pocos años a merced de la prensa digital. Para el estudio de su pasado quedará El ciudadano Kane de Orson Welles, que servirá para reconstruir las rutinas de trabajo de los antiguos seguidores de William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer. Se cree que sobrevivirán al exterminio de la prensa de papel en EE.UU, cuna del periodismo moderno, The Washington Post, The New York Times, Wall Street Journal y el USA Today. El despido de periodistas y la reducción de personal en importantes empresas periodísticas como The Miami Herald son el anuncio de lo que se viene. El mundo de la comunicación, dicen los entendidos, pertenecerá a los infografistas, esa nueva especie producto de la hibridización de la imagen con el texto escrito. Variante hiper-especializada del homo videns, los infografistas ya han salido a decir que son los nuevos comunicadores del futuro mirando por encima del hombro a periodistas, fotógrafos y editores. También, desplazándose como saltamontes en diferentes países que requieren sus servicios, están los diseñadores, quienes han aparecido para salvar del hundimiento a la prensa escrita y se encargan de rediseñar diarios y revistas. En sus manos ha quedado el remozamiento de periódicos de vieja alcurnia como Le Figaro y Le Monde, los cuales para armonizar sus contenidos con la nueva sociedad de la información, han tenido que aceptar como nuevos postulados los niveles de lectura y la fragmentación de la información en un intento por mantener la fidelidad del lector con el medio y detener su migración a la sala de navegación de la Internet. No obstante, todo indica que la prensa de masas desaparecerá y su lugar será ocupado por una prensa de nichos, que tenderá a la atención de lectores especializados en áreas temáticas. La formación de la opinión pública que Habermas había detectado en los cafés, y que la prensa popular y masiva amplificaba en el viejo modelo que se resiste a caer, ahora es producido por el homo videns en los foros de la Internet. A pesar de ello, el futuro no está aun escrito. Mario R. García[4], conciliando posiciones opuestas ha dicho que lo ideal será encontrar un profesional que maneje las bondades de la imagen y el texto. Habla de un WEditor, una nueva raza mediática que responda a las exigencias de la sociedad de la información y que realice las tareas de periodista y diseñador. Una posición similar a la de Sartori, quien se ha manifestado por un síntesis armónica entre el hombre que lee y el hombre que ve. En suma, este es el futuro que nos espera, este es el futuro que vivimos ya en esta era de la imagen, en la que el homo videns viene tomando ventaja sobre el homo sapiens, y que el ciberespacio, la prensa escrita y digital, solo son un campo de batalla en la carrera evolutiva de la comunicación humana.


Freddy Molina Casusol
Lima, octubre del 2008

[1] Este trabajo ha sido elaborado en parte con información proporcionada por Mario Munive, editor de contenidos del diario La República de Lima y especialista en rediseño de diarios.
[2] Categorización de Giovanni Sartori. Ver Homo videns. La sociedad teledirigida, Giovanni Sartori, Taurus, 1998.
[3] Ver La prensa y su público, Leo Bogart, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, 1985.
[4] Cubano residente en Estados Unidos y rediseñador de diarios de prestigio internacional. Para más información sobre el tema, ver: http://www.garcia-media.com/


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