LLAMÓ mi
atención conocer que un profesor de la Universidad, Balmes Lozano, exponía y
recomendaba a sus alumnos la lectura de un texto, Batallas del Cine Peruano,
en el cual presenta sus puntos de vista sobre el cine y revela incisivas
objeciones a las ideas de un conocido crítico y realizador José Carlos
Huayhuaca, advirtiendo entre otras observaciones un trasfondo racista en sus
apreciaciones.
De un taimado arbitraje
El método y los instrumentos teóricos de la crítica del cine peruano, tomados
de un aprendizaje extranjero, son puestos en duda por el profesor Lozano, en el
supuesto que estos códigos aplicados a los productos culturales carecen de
validez.
De otro lado, a la no pretender hacer a un lado ni aceptar a priori estos
conocimientos, nuestro astuto crítico pretende desempeñar, el conocido papel de
árbitro, de mediador como centro hegemónico en una “batalla” que se incline a
su favor. Precisemos: a favor del cine de referente andino como demostraremos a
continuación.
De una desafortunada defensa
Balmes Lozano levanta la espada y asesta la primera estocada destacando “cierto temor” de Huayhuaca sobre la participación de indios y gamonales en el cine. Dice:
Uno de los críticos ha expresado su alarma ante películas con protagonistas
indios y gamonales: hay en esto una regresión... un retroceso puesto que el
indio volvió a ser visto como una figura romántica, un ser exótico.... gracias
a la Escuela del Cusco, el cine en el Perú renació de un modo saludable y
vigoroso, en cambio la vieja perspectiva indigenista entró en un período
postrero[1]
Vamos profesor Balmes, relea de nuevo el texto del artículo “para hacer cine,
ir al cine” de Huayhuaca, que Ud, mismo reproduce en el polémico libro que
publicó[2].
La cita aludida tiene como motivación central una legítima preocupación acerca
de las limitaciones estéticas que redundan en lo afectivo, sentimental,
maniqueista, en el enfoque de lo andino por parte del movimiento indigenista,
reconociendo Huayhuaca sus méritos por ser continuadores de un proyecto de
liberación nacional, a partir de una reivindicación existencial y material del
indio, de inspiración mariateguista[3].
Y con respecto de los mensajes retóricos que se reducen a lo panfletario y
reiterativo al tratarse de la temática andina, Huayahuaca a nuestro modo de ver
percibe con mayor amplitud esta cuestión sugiriendo un mejor tratamiento del
tema, a partir de una visualización retrospectiva de Chambi como modelo
ejemplarizador.
Sólo el notable arte fotográfico que Martín Chambi desarrolló en el Cusco,
superó largamente esa perspectiva exterior y estereotipada donde el testimonio
más profundo y amplio, al propio tiempo que directo inmediato y sin
deformaciones interpretativas panfletarias, de la cultura andina en su
integridad, incluyendo en ella como parte del mismo problema y sin
satanizaciones fáciles al hacendado...[4]
Como vemos, hay un consentimiento explícito en la participación de los sujetos sociales (indios y hacendados), pertenecientes a la realidad andina en el arte fotográfico; por tanto se deduce por lógica, que en Huayhuaca no existe ninguna alarma de tenerlos como protagonistas en el cine.
De esta manera, creemos que el profesor Lozano, interpreta a su antojo citas,
desfigurando la real intención de su autor con el fin de inclinar el peso de la
balanza a su favor, en una defensa poco afortunada del cine de referente
andino.
De un racista escondido y una cuestión en debate: contenido o forma en el cine
Por otro lado, ciertas apreciaciones de
Huayhuaca, son criticadas severamente por Balmes, al observar un aparente
trasfondo racista en ellas:
El crítico y realizador Huayhuaca ha escrito: "El cine campesino... se
cree campesino en la medida en que su materia lo es, su paisaje, su anécdota,
sus figurantes o extras y en algunos casos sus actores principales pero no la
visión que lo informa. Sólo que estos mistis ya no son gamonales enemigos, sino
cineastas que por razones estético sentimentales o políticas, simpatizan con
los campesinos, en sus escenarios imponentes y sus fiestas exóticas, con sus ritos
encantadores y sus luchas de reivindicación..."
Pareciera entre otras cosas que el crítico en cuestión esboza, una ironía de
trasfondo racistas, tal vez involuntaria pero en todo caso colindantes con
proposiciones vertidas en los primeros años del presente siglo[5].
Atendiendo a una lectura integral del texto del artículo: “Dilema del lenguaje
o compromiso: El cine de Federico García”, del cual se extrae la cita,
consideramos que Huayhuaca enrumba con bastante claridad sus observaciones en
cuanto a la elaboración de un lenguaje que redimensione y supere la tendencia
presente del cine campesino, que relega el tratamiento del problema sobre
lenguaje cinematográfico a un último término, desplegando mayor atención al
compromiso que adquiere el mensaje en el film.
Es en este sentido que Huayhuaca ironiza por la persistencia
meláncolico-afectiva de ciertas aproximaciones al contexto andino de algunos
cineastas, con un claro signo de apropiación política parcelada, sumado a un
fingido mimetismo en los procesos culturales de las comunidades del ande.
Balmes Lozano asocia, también gratuitamente, a José Carlos Huayhuaca con
propuestas defendidas a principios de siglo por determinados miembros de la
generación del 900 (se deduce que a ellos se refiere en el último párrafo)[6].
Como sabemos, Riva Agüero, prominente personaje del 900, en el campo literario,
se convirtió en exponente de una corriente que desdeñaba los valores culturales
del campo indígena.
Conjuntamente con Víctor Andrés Belaunde integraron un movimiento llamado posteriormente
“hispanismo”. Asimismo, ejercieron una notable influencia, principalmente el
primero, sobre Raúl Porras Barrenechea que descargó sus iras sobre Guamán Poma
de Ayala catalogándolo de “indio resentido y un autor folklorico”, tal como lo
recoge en una ponencia José María Arguedas[7].
Escudados en una propuesta que pretende ser progresista (hay un reconocimiento
del mestizo, pero que sirve –señala Arguedas– para desvalorizar el aporte del
indio)
Existe en ellos un soterrado menosprecio de origen racial que aflora
instintivamente en sus escritos.
Luego de esto juzgamos que carece de sentido el reproche de Balmes a Huayhuaca,
pues no es en esa dirección que orienta sus impresiones e insistimos que enfoca
sus opiniones (Huayhuaca) a un mejor manejo del tema.
Colocando como parangón a Arguedas dice:
Temo que esta errónea concepción presida el trabajo de los realizadores del
cine llamado campesino, así como el literatura presidió el trabajo de los
novelistas latinoamericanos de la tierra y el mundo indígena, que postulaba de
un modo declamativo y externo, su urgente reivindicación, hasta que José María
Arguedas revolucionó el género dándole por fin una verdadera penetración y
expresividad respecto de aquellos pretéritos mundos –requisito sine que non
para su real reivindicación– cuando entendió en gran medida de una elaboración
a nivel de lenguaje, de la creación de un lenguaje otro...[8].
De esta forma desechamos la presentación que hace de él Balmes, como exponente
de una “posición más prejuiciosa que la oligarquía de ese tiempo”[9]
De lo realmente propuesto y existente en José Carlos Huayhuaca
Viejas controversias de antaño son
traídas a colación por Balmes Lozano, teniendo como soporte puntos de vista
literarios, en lo que respecta a la narrativa indigenista y como telón de fondo
ciertas críticas de cine actuales vertidas por Huayhuaca:
La polémica giraba entonces en los tópicos que la crítica de cine
recientemente ha planteado.
a) que los textos no son producidos por los pueblos indígenas.
b) que estos tratos no guardan un mínimo de legitimidad dado que son producidos
por mestizos y con una visión exterior [10]
Huayhuaca a simple vista coincide aparentemente con los tópicos expuestos por
Balmes Lozano. PERO la connotación dada por éste es de transmitir la
autenticidad de la identidad campesina y no canalizar sus aspiraciones y deseos
instrumentalizando sus referentes convirtiéndose casi instantáneamente en sus
voceros, sin formar parte sustancial del proceso que sufre su entorno.
Ciertamente, Huayhuaca desautoriza la hechura con la cual es confeccionada las
realizaciones de acento campesino, pero no descarta la posibilidad de
desarrollo de esta nueva vertiente, a partir de un nuevo abordamiento de la
problemática del ande, incidiendo para esto en un tratamiento estructural, que
no descuide contenidos, ni recaiga en acercamientos simplistas, compaginando la
labor creativa resueltamente en la esencia y la forma para su acabado final.
Lo realmente propuesto por Huayhuaca para el cine campesino está resumido en
estas líneas que comprenden el final del “Caso Huayanay”:
Esta secuencia final del Caso Huayanay reaviva mi tambaleante fe en el cine
campesino. Si en sus películas posteriores García siguiera por esta brecha
abierta por él mismo, seré el primero en aplaudirlo. Un cine campesino sin
folclorismo ni música de protesta, sin tics ni amaneramientos eisenstenianos, sin
simplismos ni prejuicios ideológicos, sin acusaciones ni defensas
apriorísticas, sino que se aboque a comprender (esto es a mostrar), cómo son
posibles tal conducta y tal hecho, cuál es el sistema de relaciones sociales,
cuál es la ideología que los ha generado[11]
Por ahora, no consideramos nada definitivo, pues hay mucho que descubrir e
investigar, pero apostamos por un cine latinoamericano libre de todo tipo de
ataduras, liberador y sin aprisionamientos mentales.
Lima, octubre de 1990
* Publicado en el diario El Peruano (07/06/91)
Crédito de la imagen: http://www.intergaleria.es/images/obras/77/oleos/foto%2001-m-600-op.jpg
[1] "El Cine Peruano. Batallas del Cine Peruano, acerca de la
crítica y las películas de referente andino". Balmes Lozano, 1989, p. 154.
[2] Ver Caretas No.
1091, p. 8.
[3] "El
Cine Peruano. Para hacer cine, ir al cine". J.C. Huayhuaca, p. 78.
[4] Ibid,
p. 78.
[5] "El
Cine Peruano. Batallas...", p.157
[6] Sobre
la generación del novecientos ver la última entrega de Luis Loayza, en Hueso
Húmero de Ediciones (Sobre el 900, 1990, 160 p.)
[7] Ver Indios,
Mestizos y Señores. Razón de ser del Indígenismo. J.M. Arguedas, Editorial
Horizonte, pp. 11-14.
[8] "El
Cine Peruano. Para hacer...", p.127.
[9] "El
Cine Peruano. Batallas...", p.157.
[10] Ibid.
p.157.
[11] "El
Cine Peruano. Dilema del Lenguaje o el Compromiso. El cine de Federico
García". José Carlos Huayhuaca, p. 133. También en El Enigma de la
Pantalla, José Carlos Huayhuaca, Univ. de Lima, p. 78.
No hay comentarios:
Publicar un comentario