lunes, 11 de junio de 2007

LA GUERRA DE TROYA o LA MESA 8 DE LETRAS

Cuando supe que los resultados de la mesa 8 de graduados de Letras habían sido alterados, me quedé azorado. ¿Cómo? ¿En qué instante se había perpetrado el transvase de votos de un candidato a otro? El ganador, Paul Munguia, me había informado que esto último había ocurrido 24 horas después de conocerse los resultados de las elecciones del 21 de mayo en la Casona de San Marcos.

La noche anterior, a las 8 pm. en el antiguo Patio de los Naranjos del ex Convictorio de San Carlos, tras una agotadora jornada de casi 12 horas, se procedió a dar por concluida la votación de los graduados de la Facultad y cerrar el ánfora que contenía las cédulas de sufragio.

A esas horas de la noche, la presidenta de la mesa 8, la licenciada Lita Ortiz, y el secretario de la misma, el graduado Llamil Vásquez Valencia, con la presencia del personero de la lista 3, José Antonio Pérez Frazer, y de los personeros de la listas 2 y 4, bastante contentos por el ambiente de camaradería que se había generado alrededor de la mesa en el transcurso de esas horas, empezaron el ritual del conteo de votos, que dio como ganador, al finalizar éste, al candidato Munguia.

En esos momentos, en el patio contiguo, los docentes también conocían los resultados de la elección de sus autoridades para los siguientes tres años en todas las facultades de la universidad.
Una vez concluido el conteo, la revisión e impugnación de un voto en la mesa 8 de la Facultad, 9 y 45 pm. exactamente, el graduado Llamil Vásquez procedió a llenar el borrador del acta con los siguientes resultados: Lista 2, Sanmarquinos de Letras, 11 votos; Lista 4, Unidad y transparencia en Letras, 15 votos; Lista 5, Compromiso con Letras, 13 votos; y, por último, Lista 3, representada por el graduado Munguia, 30 votos. Los resultados eran inobjetables, la lista del señor Munguia había ganado largamente las elecciones, y ni a Llamil Vásquez, invitado a tempranas horas de la mañana por el graduado Molina para suplir la irresponsable ausencia del secretario titular de la mesa, ni a la licenciada Ortiz, se les había cruzado por la cabeza que a la hora del llenado del acta había una trampa sembrada en el papel: la numeración de ésta no iba a correlativa a la del borrador. Pero de esto se enteraron todos al día siguiente, cuando en la revisión del acta –firmada por todos, incluido el personero de la lista ganadora y un personero de una de las listas competidoras al Consejo Universitario y Asamblea Universitaria– por la presidenta de la mesa, se concluyó que se había inducido al error a los miembros de la mesa al observarse los números de las listas cambiados; es decir no estaban en la misma ubicación que en el borrador tomado como base para llenar el acta respectiva. ¿Quién es el responsable de este entuerto que empaña las elecciones de graduados de Letras? A nuestro juicio, el Comité Electoral.

El Comité Electoral, conformado por conspicuos representantes estudiantiles como el señor Alejandro Pompeyo Cochachín Enrique, quien cuenta en su haber con 49 créditos y 7.131 de promedio ponderado en sus 13 años en la especialidad de Comunicación Social, y que además se ufana de estar en ese cargo gracias a las buenas relaciones con el grupo del doctor Marco Martos en la Asamblea Universitaria, tiene mucho que explicar en esta “falla” de los materiales electorales.

El señor Cochachín, así como un tal “Don Sofo”, estudiante de Filosofía que ofende la memoria de Luis Felipe Angell, “Sofocleto”, al asignarse ese seudónimo, forman parte de una mafia especializada en repartirse los cargos en San Marcos. Dice un libelo que ha circulado con relativa profusión por la Ciudad Universitaria que el tal “Don Sofo” ha desplazado, con la ayuda oportuna del primero en mención, de la Coordinación Cultural a una correcta egresada de Arte, ubicada en el cuarto lugar de orden de mérito de su promoción.

Estos, pues, son los representantes que, desde el Comité Electoral y otras instancias, actúan con desparpajo y temeridad cuando los docentes hacen mal uso del poder.

La licenciada Ortiz, informada por el señor Munguia del desbarajuste en la mesa 8, convocó al graduado Llamil Vásquez, secretario de la misma, a una reunión el miércoles 23 de mayo a las 10: 30 am. en el frontis de la Biblioteca Central de la universidad. El personero de la lista ganadora, José Antonio Pérez Frazer, y el graduado Molina, personero de la lista 2, estuvieron también allí presentes ante el llamado del candidato ganador, quien invocó en todo momento el respeto por los resultados obtenidos en las urnas dos días atrás.

A esas alturas la lista Patio de Letras, agrupación que reúne a un grupo de profesores de la Facultad, en competencia con otras dos listas más de docentes, había ganado en las tres categorías, Principales, Asociados y Auxiliares. La oposición a ésta apenas había podido raspar su ingreso al Consejo con la doctora Paquita Vexler y el profesor Conde como sus principales representantes.

Para Patio de Letras era motivo de preocupación la derrota tres días atrás de una de las listas de estudiantes que podía asegurar con sus votos el Decanato de Letras para la doctora Martha Barriga, cabeza de lista y eventual sucesora del doctor Marco Martos, decano saliente. Contaban en sus cálculos, ante un probable empate entre los aspirantes a suceder a Martos, con el voto del graduado para inclinar la balanza a su favor. La perdida del graduado, que en anteriores gestiones había votado siempre con ellos, ponía en peligro la elección de Barriga.

Patio de Letras, que debe su nombre a una famosa publicación de un ex decano de la Facultad, el lingüista Alberto Escobar, genera mucha resistencia entre diversos sectores de profesores y alumnos repartidos en la Facultad. Se la acusa de favorecer a sus allegados.

Una de las personas señaladas en este circuito de favores es la señora Edda Pratto, trabajadora de Letras y auspiciadora de la lista 4, Unidad y Transparencia en Letras. A la señora Pratto, quien se la vio celebrando el triunfo de Patio de Letras la noche del 21 de mayo en las afueras de la Casona de San Marcos, se la señala con el dedo índice como hacedora y desfacedora de entuertos en la Facultad y la que mueve las redes del poder desde el sector administrativo.

La señora Pratto tiene una larga historia. Empezó su carrera administrativa como encargada del jardín de la Facultad. Ese puesto, al parecer, se lo debió a un ex decano, el doctor Washington Delgado Tresierra, luego lo mantuvo durante el primer decanato del doctor César Kruger Castro en 1988. Así la conocimos nosotros, los que ingresamos en 1985 y 86, cuando tuvimos la oportunidad de tratarla en esos primeros años. Luego supimos, cuando estábamos alejados de San Marcos, que se las había arreglado para ser representante de los graduados, cosa que disgustó a muchos pues su doble condición de egresada de literatura y trabajadora de la Facultad ponía en entredicho la independencia necesaria para ese cargo, violando el principio de ser el nexo que ve desde afuera lo que acontece entre docentes y estudiantes de la universidad. La señora Pratto al ocupar esa representación se expuso –como así sucedió– a los intereses de grupo, el mismo que años después le daría el actual puesto que ostenta: Coordinadora del Integrado, el cual, imaginamos, le da un plus adicional a su boleta de pago.

Por ello, y otras razones que van desde un supuesto déficit económico en el manejo de la Unidad de Post Grado hasta la presencia indeseada de personajes como el señor Edwin Matos Araujo –a quien basta colocar su nombre en el Google para reconocer los beneficios que ha obtenido debido a sus vínculos con los docentes de Patio de Letras– como personero de la lista 4, hicieron que la elección de graduados de Letras tuviera inusual importancia hasta el punto de elevar los inscritos en el padrón de Letras y convocar a más del 50% de electores hábiles a la mesa de sufragio.

¿Quién sale ganando con este desaguisado en la mesa 8? Sin duda, el sector que tiene el poder en la Facultad y que se ve, involuntariamente, beneficiado con la no presencia discordante del graduado en el Consejo.

El viernes pasado, aprovechando la situación inédita que se había dado en la mesa 8 de graduados, los estudiantes del Centro Federado de Letras, tomaron a la fuerza la Facultad. José Carlos Ballón, profesor principal de Filosofía, a viva voz hizo retroceder a los amotinados logrando que se abrieran de nuevo las puertas de Letras. Detrás de él ingresaron los miembros del Consejo, la doctora Barriga, el doctor Larrú y los profesores Jorge Hani y Cumpa, para sesionar al amparo del quórum que decían tener.

Los estudiantes no se amilanaron y a los pocos minutos se reagruparon en el patio de la Facultad. Querían impedir el Consejo y reclamaban con insistencia la presencia del graduado en dicha sesión. El delegado de los estudiantes, Cóndor, uno de los promotores de la rebelión, estuvo a cargo de los principales ataques a la gestión de Martos, los cuales encendieron los ímpetus del profesor Ballón quien salió de la sala de sesiones para defenderlo y sugerir que se quería iniciar una “guerra popular”.

Unas horas antes, los miembros de la mesa 8 de Letras y los personeros de las listas 2 y 3, habían firmado un documento pidiendo al Comité Electoral se pronuncie por escrito ante el pedido de rectificación del acta electoral solicitado dos días antes.

Hoy viernes que termino de redactar estas líneas me he enterado que dicho Comité se ha cerrado en la legalidad del acta transcrita y no da cuenta de sus “fallas” en los materiales electorales proporcionados, los cuales han inducido al error. Pero lo peor es que el señor Marco Robles Rojas, candidato perdedor de la lista 5, Compromiso con Letras, ha asistido al Consejo de Facultad y votado en la sesión que eligió a la doctora Barriga como decana. Cuando, según nos han informado, el graduado Munguia cuestionó su presencia en dicha sesión, el señor Robles se limitó a responder el reclamo con un gesto de sarcasmo en el rostro.

Este es el panorama que se cierne sobre San Marcos. La de los malos representantes estudiantiles organizados como mafia siciliana y la de los favoritismos e intereses subalternos de grupo.

Después no se queje el profesor Ballón de que los estudiantes estén amenazando con una guerra popular, porque así como van las cosas no lo vaya a sorprender desprevenido una guerra de Troya o una toma de La Bastilla.

La mesa está servida, entonces. Escoja usted, distinguido profesor Ballón.

Freddy Molina Casusol
Lima, 1 de junio de 2007

Crédito de la imagen: http://farm4.static.flickr.com/3071/2282451228_45db14c4f6.jpg?v=0

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